*La construcción de la Parroquia de Santiago Apóstol inició en 1550 bajo la responsabilidad de los padres agustinos de San Sebastián en lo que hoy es el mítico Barrio de Santiago de la ciudad de Puebla; en su interior resguarda una joya de oro
Jazmin Cardenas
Puebla, Pue.- La Parroquia de Santiago Apóstol emite luz de las paredes, tiene vida en sus columnas, pureza en el altar principal y baña de tranquilidad.
En el corazón del Barrio de Santiago, antiguamente conocido como Santiago Cholultecapan, de la ciudad de Puebla, se encuentra un templo de arquitectura exquisita con una concha de oro en el altar.
Destaca por sus torres únicas, su mampostería y el imponente arco atrial que capta la atención de las personas que transitan por la calle 15 sur. La zona fue habitada por tribus de naturales, entre ellos los cholultecas, que ayudaron a construir Puebla de Los Ángeles.
En 1550 los agustinos comenzaron con la edificación del templo y un cementerio. Y a sus espaldas, en el gran terreno infértil construyeron un convento y un hospicio, actualmente ocupado por Caritas.
Tras el abandono de los padres agustinos, el templo comenzó a sucumbir ante el tiempo, pero a la llegada de monseñor Figueroa Ortega la parroquia resucitó en 1940.
El padre “Chanclas de oro”, como fue apodado por los pobladores, transformó la modesta iglesia del Barrio de Santiago en un santuario para elevar una oración. Y en 1946 se dedicó a la Virgen del Sagrado Corazón de Jesús.
Al frente del templo, se encuentra el gran atrio que funcionó como cementerio, pero en 1917 se suprimió y de él solo quedó el monumental arco atrial. De colores vivos, con elementos de argamasa y con un nicho donde se encuentra la escultura de San Pablo, la portada enmarca la fachada de la iglesia en perfecta sintonía.
La Parroquia de Santiago de Apóstol está delimitada por pilastras de cantera gris y rejas de color esmeralda con detalles en oro. En el atrio menor se encuentra una cruz estilo salomónico.
Rebosante de cantera gris, se describe la fachada de la iglesia que parece edificada por dos personas; del lado izquierdo predominan los trabajos en mampostería y un campanario de tres secciones del siglo XX en piedra gris que termina en un cupulín.
A la derecha, el color se hace presente en un campanario antiguo con trabajo de argamasa, y de este lado se encuentra una construcción más contemporánea.
El templo posee dos cúpulas, una en el centro con recubrimiento de tabique y tableros en talavera. Y otra de forma semiesférica, frente al presbiterio con cuatro ventanas que proveen al templo de luz natural.
En las pilastras junto a las grandes puertas de madera, las esculturas de San Pedro con las llaves y San Pablo con el libro y la pluma, que sustituyeron a las de San Cosme y la de San Damián, atrapan la atención por sus finos detalles.
Al entrar te reciben unos vitrales en las puertas y a la derecha una capilla dedicada a la Virgen de Guadalupe.
Al acercarse al altar principal, se percibe paz, los detalles que bañan las paredes en oro son sublimes y tan primorosos, que dejar de contemplarlos para encontrar un principio o fin parece imposible.
Y en el centro, una inmensa concha venera con el cuadro de la Virgen del Sagrado Corazón de Jesús, cubre de luz el ábside, lo querubines contemplan con gozo la imagen y la energía entra por las pequeñas ventanas de la cópula, que ya hace sobre el presbiterio.