*Saroyan debe estar junto a los tres grandes cuentistas del siglo XX en Estados Unidos: Ernest Hemingway, William Faulkner y Francis Scott Fitzgerald
Rodolfo Mendoza
Por alguna razón extraña la orfandad es un tema recurrente en la literatura estadounidense. Desde Melville, Emerson y Hawthorne hasta Paul Auster (La invención de la soledad) o Phillip Roth (Patrimonio), los escritores de Estados Unidos han echado de menos la figura paterna como si en ello les fuera algo de una tradición naciente en el siglo XVIII.
Un dato que muy pocos saben del ya casi olvidado William Saroyan es que empezó a escribir a los quince años cuando su madre le muestra unos escritos de su padre muerto cuando el famoso escritor tenía apenas tres años. ¿Qué impulsó al niño Saroyan a tal decisión si difícilmente recordaría con frescura al padre, si ni siquiera sabía leer? Nunca se sabrá, lo cierto es que esa temprana decisión dio a las letras universales a uno de los grandes cuentistas del siglo XX y a un gran dramaturgo.
Saroyan fue ganador en 1940 del prestigiado Premio Pulitzer por la obra El momento de tu vida, una de las mejores obras de teatro de esos años y que se mantuvo en cartelera durante una gran temporada, al punto de obtener, también, el Premio de la Crítica de Teatro de Nueva York.
Hijo de armenios inmigrantes, habitante de un oeste paupérrimo, Saroyan vivió en un orfanato casi seis años; ahí conoció, con seguridad y anticipadamente, el primer dolor de la infancia: retrato de la niñez que se palpa en todos sus cuentos, como es el caso de los incluidos en Me llamo Aram.
La literatura de iniciación es muy socorrida entre los lectores. Recordemos, por ejemplo, aquella otra obra cumbre de la literatura estadounidense y caída en el olvido: Llámalo sueño de Henry Roth. Pues bien, Me llamo Aram es una serie de catorce cuentos de corta extensión en los que la infancia más que un estado temporal es un personaje, un sentimiento y un anhelo. Niños armenios, pobres, habitantes de Fresno, California o de algún otro lugar del oeste norteamericano, son los que dan vida a la literatura de Saroyan: aventuras, lecciones de vida y enseñanzas de la calle se van sucediendo a lo largo de cuentos en los que se siente cierto aire a un Twain del siglo XX.
Debe leerse a Saroyan aprovechando que Acantilado ha puesto desde hace algunos años en circulación, al menos, su narrativa. Ya se puede conseguir El joven audaz sobre el trapecio volante, Cosa de risa, La comedia humana, entre varios más.
Maestro indiscutible del cuento, el nombre de Saroyan debe estar junto al de los tres grandes cuentistas del siglo XX en Estados Unidos: Ernest Hemingway, William Faulkner y Francis Scott Fitzgerald.