*Desde 1935 opera en la ciudad de Puebla la peletería Pegaso con venta de zaleas ortopédicas de borrego, bolsas, monederos, carteras, gamuza, cinturones y pergaminos
Guadalupe Juárez
Puebla, Pue.- La historia de la peletería Pegaso inicia con la de Rutilio Basaura Mauleón, un hombre huérfano, adoptado por un pariente que lo hizo trabajar en su niñez y mejor prefirió irse a la Revolución Mexicana.
Sobre la calle 2 Oriente, entre 4 y la 6 Norte, está su legado: un local con mostradores de cristal y unos cuantos anuncios que ubican al lugar desde 1935, con venta de zaleas ortopédicas de borrego, bolsas, monederos, carteras, gamuza, cinturones y pergaminos.
Detrás del mostrador principal atiende Froylán Basaura Blanco y su hermano Arturo.
Don Rutilio era originario del municipio de Molcaxac, cuando sus padres fallecieron -cuenta Froylán- un pariente se hizo cargo de él, pero para que trabajara y como su vida era muy complicada se fue con los militares a la Revolución Mexicana.
Ahí aprendió a leer, al inicio de memoria el pase de lista, pero a veces le cambiaban el orden a propósito para que se quejaran. Al terminar la Revolución, un amigo lo estafó y se quedó con sus cosas, otro le prometió conseguirle esposa al decirle que para su edad debía estar casado y con hijos.
Así conoció a Ocotlán Flores Puertos. Se pidió la mano para Rutilio y ella accedió y se encariñó, le ayudó a juntar dinero para crecer juntos y hacerse de un patrimonio, una mujer solidaria, añade su nieto.
Al inicio fue difícil, Rutilio sólo sabía hacer dos cosas: curtir o disparar, entonces buscó trabajo como policía en Tehuacán, pero los ingresos no eran suficientes. Se mudó a la capital poblana con un familiar y empezó a ofrecerle sus servicios a la gente que vivía lo largo del Río San Francisco, hasta que una persona le dio una oportunidad para curtir y le ofreció hacerse cargo de su taller.
Juntó dinero, las condiciones políticas le dieron la oportunidad de comprar una casa; el padre de Froylán con el mismo nombre, le contó cómo su padre fue a la notaría a cerrar el trato con monedas en costalitos que llevaba en un diablito.
En 1935 empezó a curtir los cueros y logró establecerse en 4 Norte y Juan de Palafox y Mendoza en la casa de la China Poblana y ahí empezó a vender suela de cuero, crecieron, se pasaron a otro local en la calle 2 Oriente con el número 416, luego al 409 en la Antigua Aduana hasta que les pidieron el lugar.
En 1955, la peletería pasó a manos de los hijos de Rutilio, entre ellos Froylán Basaura Flores, hasta su muerte en 2019.
Froylán Basaura Blanco se dice un apasionado de su trabajo, con el orgullo y la nostalgia de aprender este oficio de su padre, pero también de su compañero y amigo, su maestro.