*El santuario de Nuestra Señora de Guadalupe o ‘La Villita’, construido en 1694 y consagrado el 12 de diciembre de 1722, es un punto obligado de visita en las puertas imaginarias del Centro Histórico de la ciudad de Puebla
Antonio Zamora
Puebla, Pue.- Cuando a un visitante se le quiere explicar la arquitectura barroca de Puebla, se está obligado a llevarlo al santuario de Nuestra Señora de Guadalupe o ‘La Villita’, como la conocen los poblanos.
Un ejemplo perfecto de la herencia arquitectónica que llegó con la Colonia y que la convierte en un ícono del país.
Ubicado en la avenida Reforma y esquina de la 11 norte, el mejor punto para apreciar su prontispicio de talavera y petatillo es desde el Paseo Bravo: formas de estrellas de los azulejos azul y blanco y la perfección del monograma de la Virgen María.
Para los religiosos el inmueble es especial porque en su fachada están representadas las cuatro apariciones de la Virgen de Guadalupe y es el punto de reunión de los Guadalupanos cada 12 de diciembre.
Antes de entrar, degustar los tacos árabes de don Tomás donde no solo vas a matar el hambre, sino a enterarse de la historia de este edificio; y mientras pasa los limones para bajarte lo picoso de las salsas, el famoso taquero narra que fue en 1694 cuando propusieron su edificación, aunque se consagró hasta el 12 de diciembre de 1722.
Ya con el estómago lleno y con una clase de historia poblana, al ingresar a la iglesia uno se queda maravillado no solo por el arte sacro, sino por la planta del templo de cruz latina con un sotocoro en la entrada. Al levantar la vista está la bóveda de cañón con lunetos de estilo neoclásico.
El presbiterio tiene una bóveda de plato en el cual las pechinas muestran pinturas de pontífices relacionados al culto de la Virgen de Guadalupe. A lo largo del interior, en las paredes, hay cuatro lienzos que muestran las cuatro apariciones de la virgen.
La Villita es un punto obligado a visitar en la imaginaria puerta de entrada del Centro Histórico de Puebla.