“Bazar de Los Sapos”, tesoros soñados

*De pronto, en un abrir y cerrar de ojos, un domingo cualquiera estará en medio de miles objetos como botones, campanas, soldaditos de plomo, placas de vehículos, teteras, vasos, lámparas, charolas; un mundo de antigüedades en el mítico Mercado de Pulgas “Bazar de Los Sapos”

Carolina Miranda

Puebla, Pue.- Imagine que en un solo espacio pudiera encontrar todo aquello durante años soñó en poder atesorar.

Imagine poder tener entre sus manos aquel artilugio que ha buscado en su vida para decorar su sala, su estudio, recamara o simplemente para atesorarlo como un recuerdo.

Ahora imagínese parado en medio de un antiguo barrio de la ciudad de Puebla en medio de, literal, un mundo de “cosas”, si cosas: monedas raras, tarjetas, cartas, máquinas de escribir, VHS, acetatos, sellos, juguetes, billetes, monedas, libros, carteles de películas, relojes, comics, arte, esculturas, artesanías.

Por un momento, deje de soñar, abra los ojos y usted se encuentra en el mítico Mercado de Pulgas “Bazar de Los Sapos”, rodeado de antigüedades y objetos que parecieran salidos de fotografías en sepia o blanco y negro.

Caminará por reducidos pasillos empedrados, rodeado de edificios virreinales, y sus ojos y su mente no terminarán de recordar cada espécimen que podrá ubicar en las mesas y en el propio piso.

Botones, campanas, soldaditos de plomo, placas de vehículos, teteras, vasos, lámparas, charolas, talavera, cuadros, esculturas, planchas, lámparas teléfonos, máquinas de escribir, posters, candelabros, bustos, revistas, juguetes, monedas, cámaras fotográficas, herrajes , libros, botes de aceite y bidones, relojes, radios, máscaras, libros, pipas, binoculares, latas de aceite  molinos, monedas, cascos, sombreros, cajas fuertes, espejos, maletas, bicicletas, bidones…

La leyenda cuenta que durante la década de los cincuentas, familias llegaron a habitar las casonas coloniales del Barrio de Los Sapos y una década después inició la venta de antigüedades.

Dicen que fue el comerciante Salvador Macías quien establece su negocio y residencia, donde lleva a cabo la compraventa de antigüedades y de forma espontánea se crea un tianguis de chácharas.

Los cronistas de la zona, recuerdan a algunos de los anticuarios fundadores de este espacio que maravilla a propios y extraños: Salvador Macías, Manuel Espinoza, Esteban y Gerardo Chapital, César y Rosa Mendoza, Carlos Olea y Héctor Cabrera.

Fue en la década de los setenta  cuando gracias a su reconocimiento en el nivel nacional e internacional en la compra-venta de antigüedades, que se oficializó el tianguis de los Sapos.

Una lista interminable, desde aquellos vetustos letreros de Coca Cola, Pepsi y Ford, hasta anuncios de latón de Carta Blanca y Superior, bidones de gasolina de Harley Davidson, hasta máquinas de escribir Remigton.

Una delicia visual.

 

 

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