Las tortas que rugen

*Tortas Marce, parada obligada de cientos de poblanos en el Centro Histórico de Puebla; se sabe poco de cómo surgió, pero clientes de hace décadas recuerdan a Marcelino Ruiz como su dueño, quien abrió la tortería en 1965

Guadalupe Juárez

Puebla, Pue.- En Tortas Marce puedes entrar, pedir, sentarte, comer y pedir la cuenta en menos de 20 minutos.

Entre locales con aparadores llenos, calles repletas de personas que van y vienen con sus compras y el bullicio de la ciudad que ruge en el día, aparece una tradición de las familias poblanas.

Quienes acuden a hacer sus compras al Centro Histórico de la Ciudad de Puebla o para quienes trabajan cerca, la costumbre dicta meterse a una de las sucursales en la 10 Oriente y esquina de la calle 5 de Mayo, distinguida por la leyenda de letras grises que reza: “Tortas Marce”.

Su interior es muy sencillo: un gran refrigerador en el que puedes elegir una bebida para acompañar tu torta, entre jugo, refresco de cola o de sabor o una botella de agua natural; un mostrador con las tortas, sin preparar, amontonadas, la charola con frijoles fritos, chipotles y las rajas a la vista y servilletas extra.

Bancos para poder sentarte en la barra o en el mismo mostrador si está llena y un local contiguo con mesas. Aquí no hay meseros, eres tú quien tiene que acercarse por tu torta servida en un plato de colores vividos de plástico.

En un abrir y cerrar de ojos, una vez que eliges del menú una torta de agua preparada, ya sea de milanesa, jamón, pollo, quesillo, salchicha, pierna y chorizo con huevo, puedes tener en tu plato para sentarte en la barra en un banquito, compartir al lado de seres queridos o de gente que no conoces, pero con quienes compartes el gusto de ir a comer a este lugar.

Es casi imperceptible el par de manos que arma tu orden y aunque son pocos ingredientes los que conforman su receta, eso las hace incomparables con otros lugares.

En una de las más tradicionales de milanesa, sólo untar frijoles con receta única en una tapa, unos trozos de aguacate en la otra, el bistec ya frito casi desbordado del pan y las rajas o chipotles, sin ningún otro aderezo o complemento, al menos que con cinco pesos más pidas quesillo, todo envuelto en una servilleta listo para degustar.

La torta se puede terminar de unos cuantos bocados y si el apetito es demasiado, es necesario pedir otra para satisfacerlo.

A algunos comensales que acuden por tradición, como solían hacerlo sus padres o abuelos, les fascina la torta de pierna enchilada que sólo pueden ofrecer después de las 16:00 horas, con los mismos ingredientes que el resto del menú.

Hay temporadas que su menú se amplía con tortas de chipotle navideño, en la que sus clientes aprovechan para comprar su dotación y disfrutarlas.

Se sabe poco de cómo surgió este lugar, pero muchos de los clientes de hace décadas recuerdan a Marcelino Ruiz como su dueño, quien abrió la tortería en 1965, la cual se amplió a otras sucursales en varios puntos del Centro Histórico con la misma fórmula en la receta de sus platillos, un lugar emblemático en la capital poblana.

 

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