*Soffia Coppola llevó esta espléndida novela al cine, con una adaptación muy fiel, salvo algunos cambios que, aunque notorios, no cambian para nada la intención ni la fuerza de la historia.
Rodolfo Mendoza
Las vírgenes suicidas de Jeffrey Eugenides es la primera novela de este autor nacido en 1960, en Detroit. Las vírgenes suicidas narra la historia de las hermanas Lisbon: cinco adolescentes inusualmente hermosas, y de cómo “nadie entendía que el señor y la señora Lisbon hubiesen engendrado unas hijas tan guapas”. El suicidio de las hermanas Lisbon despertó en los adolescentes de la época el más grande misterio de sus vidas.
Narrada en primera persona del plural, esta novela permite que el narrador sean todos los entonces niños que, con el paso de los años, no sólo no olvidan aquel suceso, sino que se empeñan en recabar informes, noticias periodísticas, testimonios y recuerdos reales o transformados.
La primera en tratar de suicidarse fue Cecilia, a la edad de trece años y cortándose las venas; luego de ser salvada lo volvió a intentar y esta vez, para no fallar, se lanzó desde el segundo piso de su casa sobre la verja de acero, incrustándose los hierros por todo el cuerpo. Los días y las semanas pasaron y el resto de las hermanas Lisbon parecen unas chicas normales: van a la escuela, salen al baile de los estudiantes y, sobre todo, llaman la atención sexual de todos los jovencitos; pero, como era de suponerse, a las cuasiafroditas no les interesaba en lo mínimo la compañía del otro sexo, hasta que Lux (la cuarta de las Lisbon con 14 años) se enamora de Trip Fontaine, el chico perfecto: guapo, rebelde, interesante. Según los narradores, la tragedia comenzó cuando Lux conoció a Trip, ya que eso provocó que, después de un baile, Lux no llegara a su casa por pasar parte de la noche con Trip. El castigo es convertir el hogar de la familia Lisbon en el castillo de la pureza, y prohibir a las chicas salir incluso a la escuela, aunque el señor Lisbon era profesor de matemáticas en el mismo colegio.
El único contacto con el mundo es el teléfono, por ahí se mandan canciones (que son una suerte de declaraciones de amor, de mensajes cifrados) con los chicos del vecindario. En una de esas comunicaciones las Lisbon les proponen huir de la ciudad hacia Florida. Más que dispuestos y entusiasmados, los chicos aceptan inmediatamente y, al llegar el día planeado, van por ellas en la noche. Lux es la primera en salir y se dirige a sacar la camioneta de la familia, mientras los chicos esperan en la sala; al impacientarse, buscan por la casa a Bonnie, Therese y Mary, van al sótano –al percatarse que había luz– y lo que encuentran es lo que los inquietaría el resto de sus vidas: las tres hermanas Lisbon suicidadas.
Las teorías de los chicos y de las familias del vecindario son muchas y variadas: que si las Lisbon sufrían algún tipo de abuso por parte de sus padres; que si promulgaban la fe de alguna secta suicida; que si habían oficiado un ritual esotérico de autosacrificio; que si era un hecho astrológico indeterminado; que si un pacto, en fin.
Soffia Coppola llevó esta espléndida novela al cine, con una adaptación muy fiel, salvo algunos cambios que, aunque notorios, no cambian para nada la intención ni la fuerza de la historia.
Esta novela y su adaptación cinematográfica (con una selección de canciones totalmente acorde con el sentido depresivo y triste de la película) son el retrato fiel del no-sentido por la vida, de la incomprensión de esta y del choque que representa la pérdida de la inocencia y la violenta irrupción de la realidad.