*Es justo y necesario rendir tributo a la casona de la talavera, donde se impulsó la denominación de origen a una de las artesanías más reconocidas de Puebla; en este taller surgen obras de arte
Guadalupe Juárez
Puebla, Pue.- Se dice que tiene 200 años de existencia, pero antes de su registro oficial, entre sus paredes, se fabricaban piezas de talavera.
Y desde aquí se impulsó la denominación de origen de estas artesanías poblanas en los años 90: se trata del taller Uriarte Talavera.
La fachada azul, amarillo y blanco con azulejos del material con el que está hecha todo el lugar, candelabros, jarrones, fuentes, vajillas enteras y jarrones distinguen a la casona de la 4 Poniente.
El plus de sus piezas va más allá de cualquier taller. A donde se voltee no sólo juegos de teteras, platos o piezas de decoración, sino obras de arte trabajadas por maestros.
En un simple vistazo al patio central, jarrones o llamados tibores elaborados con la misma técnica que cualquier pieza de talavera, pero con imágenes hechas por otro tipo de artistas, además de los artesanos.
Uno de ellos es un tibor con una mujer con el rostro maquillado como una catrina, con cabello negro, labios rojos, una manta y arracadas o su altar de la virgen rodeada de azulejos azules, combinadas con amarillo, similar a los primeros años de la elaboración de estas artesanías.
Además de un tibor gigante de casi dos metros de altura y 90.7 centímetros de ancho, con el que conmemoran sus dos siglos funcionando en el país, a cargo de Gennaro García.
La fábrica fue fundada en 1824 por Don Dimas Uriarte, cuando la calle se llamaba Mesón de Sosa y luego se convirtió en una locería conocida como La Guadalupana, ubicada en una casa contigua, hasta que se construyó el inmueble actual.
Primero tuvo como nombre Fábrica de Loza Blanca y Azulejos, desde donde se cuenta el registro oficial del nacimiento del comercio, época de los primeros años de la Independencia de México y la elaboración de la primera Constitución Mexicana.
En 1897 sólo había seis talleres de talavera en Puebla, un riesgo para el trabajo artesanal de esa época.
A la llegada del artista Catalán, Enrique Luis Ventosa, trabajó con los talleres para revivir este tipo de loza.
Hasta 1922 cuando trabajó con Ysauro Uriarte consiguió plasmar en las piezas una “belleza inigualable”, de acuerdo con cronistas que han descrito la historia de este lugar en la ciudad. También señalan al taller como la empresa poblana más antigua.
Ni las invasiones extranjeras o conflictos armados internos derrumbaron este lugar como sí le sucedió a otros alrededor el 5 de Mayo en la Batalla de Puebla.
En estas paredes se mantiene el legado de una artesanía distintiva de un estado con el paso de los años, por eso, es un museo en el que es posible apreciar los cambios de las técnicas y estilos de la talavera con el paso del tiempo, el cual parece congelarse en esta casona de talavera.