Calpan y la cocina de Doña Tina

*A los diez años, llevó a cabo la preparación de lo que considera el platillo más fino de la gastronomía poblana: El Chile en Nogada y hoy es un emblema de la tierra donde se cosechan los ingredientes originales

Guadalupe Juárez

San Andrés Calpan, Pue.- Doña Tina es una mujer cálida, siempre ofrece una sonrisa y comparte todo lo que hace con sus manos: un vino de durazno, tejocotes en almíbar, su inigualable sopa campesina y, en especial, el platillo que dio el reconocimiento por varios años a su sazón, los Chiles en Nogada.

Su nombre completo es Faustina Guerrero Blanca, originaria de San Andrés Calpan, tiene 65 años de edad, de los cuales 55 ha dedicado a preparar lo que considera el platillo más fino de la gastronomía poblana.

Al platicar con ella, su mente viaja a cuando tenía 10 años, el día que su madre no pudo prepararle la comida favorita a su padre que cumplía años y ella se ofreció a hacerlos por primera vez.

Recuerda pelar la fruta, guisar en un bracero de barro y sorprender a una tía que era catequista en el convento, donde le pidieron preparar más. Así fue como no ha dejado, en más de cinco décadas, de hacer Chiles en Nogada.

La primera vez que ganó un concurso estatal por cómo prepararlos, lo hizo con el reconocimiento de Chepina Paralta, una cocinera que se popularizó por sus programas de televisión.

La estrella televisiva fue quien en 2001 invitó a todos a visitar Calpan para probar los Chiles en Nogada de Doña Tina, quien siguió concursando año con año, ganando todos los reconocimientos hasta que pidieron que ya no participara porque “siempre ganaba”, recuerda.

Fue así, que al popularizarse la elaboración de los chiles, las autoridades municipales prefirieron organizar una feria para recibir a visitantes cada año a principios de agosto.

Y ahí, frente a la presidencia municipal, está la cocina de Doña Tina, con una lona junto a su exesposo Tomás Merino, ambos sonriendo en la entrada de un sueño que se convirtió en realidad, un local en la parte baja de una construcción de tres niveles con letras de varios colores enunciando su nombre.

Doña Tina es la mayor de 10 hermanos, madre de tres hijos, dos varones y una mujer que es su orgullo por ser doctora.

Un día su esposo, al terminar cada detalle de su negocio, pues mandó a colocar azulejos de talavera en algunas zonas como las columnas y las paredes, así como a personalizar platos del mismo material con su nombre para que se distinguiera de los demás, le dijo que hacía todo eso para que doña Tina se sintiera importante.

Él falleció hace más de tres años durante la pandemia, pero Tina lo recuerda con cariño, porque sigue haciendo lo que le apasiona que es cocinar y atender a los comensales con entusiasmo y paciencia.

Y así ha sido, cada que alguien se asoma al local, doña Tina intenta atenderlos personalmente, darles una prueba de su vino, un pedazo de la fruta en almíbar que prepara o de su mermelada hasta convencerlos de sentarse en las mesas y degustar todos los platillos que prepara con su incomparable sazón e inigualable amor a cada receta.

 

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