*Con tarros de cerámica, frascos, botellas y recipientes de vidrio de hasta cien años de antigüedad, el lugar ha permanecido durante casi nueve décadas en la Ciudad de Puebla conservando como tesoro sus fórmulas magistrales y oficinales
Jazmín Cárdenas
Puebla, Pue.- Un olor fuerte y peculiar, hace voltear instantáneamente cuando se camina por la céntrica calle de la 3 Norte y aparece a la vista la antigua botica de San Miguelito.
Una combinación de aromas recibe a uno al ingresar. El alcohol alcanforado y una mezcla de esencias herbales como de romero, árnica, ruda y más destacan en el ambiente.
El color azul celeste invade las paredes del local marcado con el número 110 del Barrio de Santa Rosa. Ese aspecto es el mismo desde que existe la botica fundada por don Manuel Aguilar Aguilar.
“No tenemos sucursales” y “Sirviendo a usted desde 1935”, son las leyendas escritas en las repisas principales de un color rojo brillante, llamativo a la vista.
Lo que hace imprescindible apreciar anaqueles y estantes de madera que, con casi 90 años de antigüedad, se mantienen aprovechables.
Tarros de cerámica, frascos, botellas y recipientes de vidrio que fueron utilizados desde que creó la botica, son exhibidos en el mobiliario arcaico.
Algunos “tienen hasta cien años de antigüedad”, relata el actual dueño, el Doctor José Manuel Aguilar Hidalgo, un cirujano oncólogo jubilado.
De los anaqueles, resalta una balanza granataria que ya no utilizan, pero mantienen como exposición, así como un matraz Erlenmeyer, matraz balón e inclusive un mortero de metal.
Desde medicinas de patente más comunes de autopreinscripción, artículos comerciales de mayor demanda, hasta productos medicinales naturales con nombres exóticos descubrirás en el establecimiento.
En envases de plástico de diversos tamaños con líquidos de disímbolos colores aparecen pomadas, bálsamos, lociones, flores secas, aceites, alcoholes, ácidos, aguas, jarabes, extractos, remedios, esencias, raíces, semillas, harinas y más.
Suman cerca de 700 productos, algunos elaborados ahí mismo y otros adquiridos en la Ciudad de México. Productos químicos que pertenecen a la medicina herbolaria, la medicina antigua.
Lo que convierte a su libro de fórmulas oficinales (establecidas por la farmacopea mexicana) y magistrales (las que el magister, médico, doctor crea para la farmacia) en un tesoro. En él se encuentran los componentes químicos y cómo realizar cada artículo que fabrica el establecimiento.
Un lugar que ha perdurado con fórmulas medicinales inusuales, manteniendo su prestigio en cuanto a calidad y precio. La pomada pan puerco, utilizada para curar empacho y la pomada de árnica, para desinflamar y curar heridas, son las más socorridas.
El más insólito es “El Juan Largo”, una fricción para el dolor. Aquí, preguntan de todo, algunos productos con nombres extraños como el Jarabe sangre de dragón, de achicoria y otros.
“Un solo producto puede tener varios nombres, porque tiene muchas propiedades: El espíritu de espanto para tomar, da hambre, entonces también se conoce como misteria de hambre. Calma un poquito los latidos del corazón, se le conoce como jarabe para el corazón, jarabe para el sentimiento, jarabe de alferecía”, detalla José Carlos Reyes Téllez, responsable sanitario de San Miguelito.
Al lugar acude gente de la tercera edad, así como los hijos y nietos de los primeros vecinos del Barrio de Santa Rosa. En la lista aparecen los conocidos curanderos, clientes frecuentes en adquirir mercancía para hacer limpias y trabajos. Incluso llega gente de pueblos alejados a la ciudad a comprar excipientes para hacer sus formulaciones.
Entrar a la botica de San Miguelito, afirma el Doctor José Manuel, es recordar a sus papás y sentirse en familia gracias al gran equipo de trabajo que, con más de 15 años de experiencia, atiende el dispensario con amabilidad.