Rafael Cabrera: primer “olímpico” de Puebla

*Durante los Juegos de Ámsterdam 1928 hubo pruebas de “arte competitivo”, donde el médico y poeta poblano fue juez en tres géneros: literatura dramática, literatura épica y literatura lírica; sin sudar, representó a su estado y su país en una justa olímpica

Katya López Cedillo

Puebla, Pue.- El primer poblano que fue a unos Juegos Olímpicos no era un competidor, tampoco un aficionado, él era árbitro y su nombre fue  Rafael Cabrera Camacho.

Nacido en 1884, estudio para Cirujano y se título a los 26 años de edad, en 1910, pero en la escuela, además de estudiar los detalles de la medicina, se hizo poeta y en ese inspirador periodo de su vida escribió dos piezas que cobraron fama en su época: ‘Ojos Negros’ y ‘A los Niños Héroes de Chapultepec’, obras con las que cobró fama nacional y fue invitado a trabajar en El Ateneo de México, una asociación dedicada a la promoción de la cultura y el arte.

Poco después publicó su primer libro ‘Presagios’ que pronto lo posicionó como uno de los mejores poetas jóvenes de su época en todo el país.

En 1918 se trasladó a la Ciudad de México para comenzar su carrera como diplomático y por muchos años fue Ministro Plenipotenciario de México, ante el gobierno de Bélgica.

Durante ese periodo por Europa es que Cabrera Camacho creció en torno a las letras y en esa oportunidad de convertirse en juez olímpico.

Durante los Juegos de Ámsterdam 1928 se convocaron pruebas de lo que se llamó “arte competitivo” y entre esas muestras creativas, se realizaron eventos de literatura en tres géneros: literatura dramática, literatura épica y literatura lírica. En las tres modalidades el orgullo poblano fue el único juez no europeo que colaboró en evaluar a los participantes de la justa.

En aquella contienda evaluaron a plumas como: el neerlandés Henry van Wermeskerken, escritor y periodista quien es considerado una de los novelistas más talentosos de su país. También participó el filósofo y escritor italiano Lauro de Bosis, que ganó plata con una pieza llamada Ícaro: un poema con la métrica italiana de 11 sílabas dedicada a su hermano quien murió en un accidente aéreo.

La competencia fue totalmente de apreciación a evaluación de los 11 jueces encargados de decidir a los ganadores y por ese criterio subjetivo se fueron diluyendo las competencias de arte de los Juegos Olímpicos; aunque en ediciones como México 1968 se convirtieron en oportunidades de presentar festivales culturales a los que convocaron a valores creativos de todo el mundo, sin designar ganadores o perdedores.

Tras sus experiencias diplomáticas y olímpicas en Bélgica, Cabrera Camacho se convirtió en Embajador de Argentina, pero a causa de su mala salud debió regresar a México, donde volvió sin poder traer una extensa biblioteca de unas de las actividades más frecuentes de la época: las ciencias ocultas, a las que se hizo muy asiduo.

En el Paseo Viejo, hoy de San Francisco, mismo sitio donde realizaba sus estudios, en Puebla, se develó, el 29 de enero de 1954, una escultura de bronce y mármol en su honor, pero pocos saben que, sin siquiera sudar fue el primer poblano que representó al estado en unos Juegos Olímpicos.

Compartir: