Rodolfo Mendoza
El 18 de mayo de 2008 murió Zelia Gattai, novelista brasileña de origen italiano y viuda de Jorge Amado, el máximo representante de las letras brasileñas del siglo XX. Cuando hablamos de literatura brasileña el primer nombre que salta a la conversación es Machado de Assis o Jorge Amado. Por lo demás, los hispanohablantes, a pesar de compartir el continente, tenemos muy pocas referencias de una literatura tan rica en matices y colores. Es casi sorprendente cómo en México conocemos mejor la literatura norteamericana o francesa que la brasileña o portuguesa; sobre todo cuando se trata de una lengua romance tan cerca de la nuestra en gramática y lexicografía. En fin, lo cierto es que la literatura portuguesa coincide en muchos puntos con la mexicana, pongamos de ejemplo a los primeros cronistas, cuyas obras datan del siglo XVI y describen aquellas tierras y costumbres propias de los nativos. Digamos que el desarrollo tanto de la literatura brasileña como el de la mexicana es muy similar en cuanto a crecimiento. Hablamos ya de los grandes cronistas, pero también la literatura de la colonia y más tarde la literatura costumbrista y romántica del siglo XIX. Y si pensamos en Grande Sertão: Veredas de João Guimarães Rosa, quien no la haya leído quedará sorprendido de las enormes similitudes con Pedro Páramo de Juan Rulfo.
De Brasil conocemos a mayor conciencia su música y sus costumbres. Para nosotros la samba, el bossa y el carnaval es lo más representativo de esa cultura. Y si hablamos del Brasil contemporáneo hablaríamos del cine de Glubert Rocha, de las favelas o de la extrema violencia que allá se vive y que el cine tan bien ha retratado. Pero si tuviéramos que hablar del Brasil profundo (para hacer un parangón con la idea de Bonfil Batalla del México profundo), sin duda tendríamos que hablar de Jorge Amado: máximo representante de las letras en portugués y sin duda el autor más importante y trascendente de esa cultura, después de Machado de Assis. Amado es a Brasil lo que Octavio Paz a México, lo que Borges a Argentina, Vargas Llosa a Perú o García Márquez a Colombia. No sólo el autor más importante de su país y de su lengua, sino el que ha dejado plasmado el carácter, la pasión y el ser brasileño.
La ciudad de Bahía fue para Amado no sólo el lugar que lo vio nacer y morir, sino una región que el autor de Tocaia Grande ha hecho célebre y en la que transcurre buena parte de su obra. En esta zona conviven putas, chulos, capataces, hombres cultos, pero también grapiunas, sergipanos y sertanejas (personajes propios de la cultura rural de Brasil y que ya el lector interesado descubrirá por pie propio al leer esta gran obra).
Navegación de cabotaje de Jorge Amado lleva por subtítulo “Apuntes para un libro de memorias que jamás escribiré”. Es, pues, un libro de apuntes memoriosos en los que su autor va llevando una suerte de “Diario de la memoria”, que igual habla de lo ocurrido en su infancia, que en su juventud de periodista, o en sus viajes a Europa o Rusia.
Carlos Reis hace una nota previa a la edición de este volumen y el propio Jorge Amado realiza una introducción que es, más que presentación, una confesión de su vida, sus mujeres y su célebre Bahía.
Por otro lado, Tocaia Grande, que significa “emboscada grande” en portugués, es un valle enclavado en la célebre Bahía de Jorge Amado, esa región que el autor de Gabriela, clavo y canela ha hecho célebre y en la que transcurre buena parte de su obra. Esa zona que se mantiene gracias al cultivo del tabaco, y en la que la muerte, el poder político y económico y, sobre todo, el amor, son la atmósfera que invade a Tocaia.
El gran editor Gonzalo Losada dice que “No creo que haya en ninguna literatura contemporánea un caso de identificación tan profunda entre un autor y su mundo como el de Jorge Amado y Bahía”, lo cual nos hace comprender una vez más que esa relación de la que habla Losada se hace presente en este clásico de Amado. Tocaia Grande fue un acontecimiento nacional al ser publicada; fue una obra que se discutía y conversaba como cualquier hecho nacional notorio. Su autor, además de ser el más querido por sus compatriotas, había tenido ya una vida pública y política que lo hizo estar al lado de su pueblo y, aún en el exilio, tener una voz insoslayable en su país.