Carlos Arellano, el rockstar poblano

*La imagen desgarbada del compositor, con una guitarra acústica en la mano, se ha convertido en un ícono; cuando deambula por las calles de la capital siempre lo buscan para llevarse una instantánea con el autor de ocho discos

Antonio Zamora

Puebla, Pue.- Camina por las calles con su cabellera larga y platinada, con pantalón vaquero y chamarra y la gente siempre le reconoce y piden fotos: Carlos Arellano, un referente poblano.

Pocas veces pude tener tranquilidad por culpa de la música que lleva componiendo desde hace 40 años y que lo tiene en el corazón de los poblanos de la vieja guardia.

En la década de los ochentas se estrenó como cantautor, siendo la creación más afamada la de ‘Canciones Domésticas’ que le dio lauros a nivel nacional. Y en el 2021 su última lírica fue la de Amor y Daño, con la que se mantiene vigente.

“Sigo presentándome, aunque esas presentaciones son de distinto tamaño. Hay lugares pequeñitos donde toco, con poca gente, tampoco quiero decir que con esto todo está resuelto o que estoy en una posición cómoda. Hay que seguir picando piedra y peleando muchos otros lugares”.

Su memoria está intacta y rememora que desde joven vivió en Puebla, donde formó parte de grupos rock y música latinoamericana.

En 1987, con el apoyo de sus amigos, grabó su primer disco que fue bien recibido por la crítica y el público, situándolo como uno de los mejores compositores y letristas del Movimiento Rupestre, iniciado por Rockdrigo González.

“La canción todo el tiempo está en movimiento, se está moviendo y se cruza por muchos caminos. Es decir, todo el tiempo descubro a la gente joven y cada vez menos prejuiciosa de su propia canción. Así vengan del blues quieren hacer bolero, coquetean con el rap, con el hiphop. Entonces, en general, la canción tiende a estar cruzada por las otras músicas.”

Economista por la BUAP y avecindado en San Baltazar Tetela, en la periferia de la capital poblana, la imagen desgarbada de Arellano, con una guitarra acústica en la mano, se ha convertido en un ícono en la música de la ciudad.

“Quiero creer que a pesar de comprender que el amor se cansa, es posible esta tranza de la ingenuidad”, es una estrofa de ‘Nunca dejaré que te vayas’ que escribió inspirado en su inseparable Aida y que le valió elogios de José Agustín.

“Puebla tiene grandes compositores. Hay generaciones que están saliendo, desde los que hacen trova, rock. Creo que hay mucho todavía por donde ha de llegar la canción. Además, la canción se da por cuestiones naturales, por los que no hay una razón por los que la canción en Puebla deje de existir”, remata Arellano.

Con su voz tranquila y melódica, esa que parece que nunca envejecerá, también relata su otra pasión, la de la panadería, con la que incluso pudo subsistir en una etapa de su vida y a la que le sigue dedicando su tiempo.

“Desde adolescente hago panes dulces, panqués, pasteles. La vida de repente me relaciona con una hija de panadero. Aleida es hija de panadero. En una etapa de mi vida para subsistir fui panadero profesional. En mis ratos libres componía y eventualmente cantaba”.

Carlos Arellano impacta por su música, pero también por su claridad al hablar, por la habilidad para transmitir sus ideas y si bien le queda cuerda para seguir haciendo música, quiere que surjan nuevos talentos en Puebla.

“Los jóvenes compositores se van dando cuenta que de su canción tienen que hacer empresa y eso los hace más organizados. En mi generación éramos más deschavetados y por tanto más desorganizados”.

 

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