Parroquia de Cuetzalan: Raíz del hombre

*El estilo renacentista con caracteres románicos de la Parroquia de San Francisco de Asís representa su belleza, pero su verdadera fuerza radica en ser el alma del Pueblo Mágico de mayor carácter y suficiencia de Puebla

Édgar Ávila Pérez

Cuetzalan, Pue.- La regia estructura se divisa a lo lejos. La piedra que envuelve el centro ceremonial y su elevada torre son la referencia para alcanzar el núcleo de una población que conserva sus raíces indígenas, en una amalgama de tradiciones culturales.

Esa armadura, que en términos técnicos tiene un estilo renacentista con caracteres románicos, es la guía de cualquier visitante para poder adentrarse a uno de los Pueblos Mágicos con mayor carácter y suficiencia: Cuetzalan del Progreso.

La fuerza que emana desde el exterior la Parroquia de San Francisco de Asís, no es mera percepción: como lazos amarrados, surgen desde el complejo religioso venas imaginarias que alimentan la vida del poblado. Y así van a un orgulloso palo protagonista del ritual totonaco para obtener buenas cosechas; a una bulliciosa plaza pública que recrea escenas del pasado indígena; a callejuelas empedradas que evocan caminos para bestias de carga; y a estructuras coloniales de un pretérito.

Es el corazón de Cuetzalan. Esa fuerza que emana se entiende cuando se conoce que luego de la conquista española en la Sierra Norte de Puebla, la región fue entregada en encomienda a Jacinto Portillo y catequizada por la orden franciscana; en ese escenario, el templo parroquial dedicado a San Francisco de Asís fue construido a mediados del siglo XVI y en 1570 pasó al clero secular.

Desde sus orígenes carga a cuesta una poderosa energía, aderezada en el Siglo XIX y remodelada en el XX, como el templo actual, con su planta basilical de enorme altura y una nave central de fino acabado, con muros laterales donde se pueden observar relieves de la vida de Cristo y, por supuesto, con su torre reloj con su estilo ecléctico de 68 metros de altura.

La Parroquia se convirtió en la protagonista, en la alusión obligada del Pueblo Mágico, en la imagen infaltable de toda postal o fotografía. Sin ella, la estridente vida de los pobladores y visitantes estaría descolorida. Es impensable su ausencia en medio de maltrechos puestos con canela recién molida, maíz hirviendo, café tostado y frutas y verduras nacidas en un bosque tropical; sería inconcebible no verla mientras totonacas se lanzan al vacío para rendir tributo a sus dioses en un sincretismo brutal. Sin ella, la sangre que alimenta las almas se detendría.

En Cuetzalan, para citar aquel maravilloso poemario de Octavio Paz que tanto celebró Jorge Cuesta, se encuentra la Raíz del hombre.

 

 

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