La Casa de la Lavandera

*En la antigüedad eran lavaderos públicos y formaban parte de los anexos del antiguo Convento de las Damas Pobres Capuchinas; hoy se llama Casa de la Familia, lugar donde hay terapia, talleres y eventos que organiza la Arquidiócesis de Puebla

Guadalupe Juárez

Puebla, Pue.- Se le conoce como la Casa de la Lavandera, aunque muy pocos saben que en este lugar existían lavaderos públicos, de los pocos de la época virreinal alejados del río San Francisco, el caudal fundacional de la ciudad de Puebla.

En el solar original, las lavanderas acudían para limpiar ropa a las religiosas, pues el inmueble era parte de los anexos del antiguo Convento de las Damas Pobres Capuchinas.

Ver caminar una monja hoy, frente a este inmueble, hace pensar que los días eran iguales hace siglos: el sol sobre un lado de la acera más fuerte que en otro y la monja caminando con su hábito religioso frente al edificio en el que sus prendas eran refregadas en los lavaderos.

El edificio sobre la 9 Oriente sobresale por su amarillo chillante y sus tres niveles con 12 ventanas pequeñas, rectangulares, separadas por casi un metro una de la otra. Las del último nivel son cinco, una ubicada hasta el extremo, sola, separada todavía más del resto.

A diferencia de muchos de los edificios del Centro Histórico que guardan rastros de lo que un día fueron en la época virreinal, aquí las puertas están abiertas de par en par, detrás de dos pequeños árboles que todavía no dan suficiente sombra al mediodía cuando el sol cae a plomo.

En el interior, al entrar y a la derecha, los artículos religiosos se ofrecen en una vitrina. Lo mismo hay biblias que rosarios de madera, la virgen María con ropajes rosas con las manos como si recitaran una plegaria o con su niño Jesús entre sus brazos.

Hay ángeles con miradas tristes, hay figuras de Jesús con barba crecida y cabello largo, hay otros que parecieran lanzar una bendición con la mano derecha.

Al interior hay mesas, como si se tratara de un restaurante, hay un silencio imperante, que se rompe con los susurros de unas mujeres que se encuentran en el sitio.

Hay poca luz natural, por eso cuando la puerta está abierta pareciera que la luz de día entra a borbotones y sobresale de la oscuridad que cubre el edificio.  Se distinguen los arcos en cada piso, las macetas en el barandal y las pinturas religiosas que poco se distinguen a lo lejos.

Además de ser un espacio para lavar ropa, a mediados del Siglo XIX se volvió una escuela de música para la Catedral y tras las Leyes de Reforma se convirtió en un colegio llamado Guadalupano.

Luego volvió a manos de la Iglesia con los religiosos de San Vicente de Paul y luego en un seminario mayor.

La edificación sufrió modificaciones importantes, por lo que sólo se conservan intactos los salones, la capilla y la escalinata.

Ahora es la Casa de la Familia, lugar en donde la gente puede acudir a terapia, talleres y eventos que organiza la Arquidiócesis de Puebla.

 

 

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