Parroquia, entre revoluciones e invasiones

*La iglesia de Santa Clara de Asís, un ex convento no solo guarda en su interior obras pictóricas, sino que forma parte de episodios históricos, como la revolución mexicana y la invasión francesa

Guadalupe Bravo

Puebla, Pue.-  Obras de los siglos XVII y XIX y una imagen de la Virgen de los Remedios traída desde España, son resguardadas en la parroquia de Santa Clara de Asís, un ex convento que fue testigo de la Revolución Mexicana.

Frescos pintados por el artista mexicano José de la Cruz también forman parte del acervo del sitio religioso, ubicado justo enfrente de la casa de la familia Serdán, cuartel de los antirreeleccionistas y sarcófago de los hermanos Carmen, Maximo y Aquiles.

La iglesia franciscana, vecina de la conocida “Calle de los dulces” en el Centro Histórico de Puebla, se fundó en el siglo XVII gracias a doña Isabel de Villanueva y Guzmán, viuda de Antonio de Arellano, quien en su momento donó 15 mil pesos de oro común para construirla.

Doña Isabel no sólo impulsó la construcción de una iglesia unida a un monasterio, sino que, en su momento, dio un hogar a ocho monjas provenientes de la Ciudad de México. También se encargó de las gestiones necesarias para que el papa Clemente VII otorgara el pase real, mismo que fue avalado por el virrey Luis de Velasco y Castilla, a pocos días de tomar su cargo.

Con la bendición de la iglesia católica y las autoridades de la Nueva España, comenzó la construcción de la parroquia, pero a pesar de seguir los trazos del arquitecto Juan Díaz Cabañas, un fuerte temblor ocurrido en 1677 afectó la estructura de la iglesia y para salvaguardar el inmueble tuvieron que agregar contrafuertes sobre la banqueta para mantenerla de pie.

Con esta nueva estructura, se realizó el retablo del altar mayor de la mano de los ensambladores Diego de Cárcamo y Lucas Méndez y los doradores Nicolás de Cuéllar y Antonio Pérez, de quienes también podemos apreciar su arte en la Catedral de Puebla.

A finales del siglo XVII, el monasterio albergaba a más de 100 monjas y contaba con la botica mejor abastecida de la ciudad. Para 1769, se convirtió en un lugar polémico, gracias al obispo  Francisco Fabián y Fuero, quien era un gran defensor de las personas de escasos recursos, un hombre trabajador y ahorrativo, que hizo de la parroquia de Santa Clara de Asís un lugar sencillo para profesar la fe.

En su mandato obligó a una adecuación al interior del monasterio para apegarse a la vida y rutinas sencillas que el obispo ejercía. Además de estas acciones, a Francisco Fabián y Fuero se le recuerda como uno de los impulsores de la Biblioteca Palafoxiana de Puebla, a la que llegó a donar una imprenta.

Pasados los años, a partir de 1856, el monasterio sufrió varias expropiaciones que lo obligaron a despedirse, o bien, recibir a monjas del interior del estado.

La parroquia y el monasterio también padecieron la toma del ejército francés, que obligó a las monjas a retirarse temporalmente, mientras se realizaban los trabajos de remodelación.

Pero para 1867, las hijas de Santa Clara fueron enclaustradas nuevamente, aunque el monasterio fue vendido por lotes  lo que lo redujo a una mínima fracción. Únicamente la parroquia se conservó como había sido planeada: con una sola nave, una cúpula de semiesfera revestida en azulejos, sin tambor y con cuatro nervios al exterior.

Es de reconocer que en una época con poca apertura para la mujer, Isabel de Villanueva y Guzmán, le hizo honor a Santa Clara de Asís, la primera mujer en la historia de la iglesia en componer una regla, logró convertir su fe y devoción en una de las parroquias más representativas de Puebla

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