*Con tres décadas de trayectoria, Julián Báez Rosas se ha convertido en una referente de la contracultura poblana y, actualmente, difunde un material que compila gran parte de su música en Internet
Jaime López
Puebla, Pue.- Una cangurera y un bote de plástico adherido a su silla de ruedas son algunos de los elementos que lo distinguen en el histórico Pasaje del Ayuntamiento ó Francés de Puebla, ese que conecta la Avenida Juan de Palafox y Mendoza.
A veces, se le puede observar desde la plancha del zócalo capitalino, pero es hasta que entona sus cantos de guerra cuando propios y extraños confirman su llegada.
Su nombre es Julián Báez Rosas, mejor conocido como “Juls”, cantante urbano, locutor popular y aprendiz trunco de artes visuales y fotografía, que se ha vuelto un referente innegable de la contracultura poblana.
Todos los días, a lo largo de ocho horas, el intérprete se asienta en ese pasadizo en el que transitan distintos funcionarios municipales. Es como si tuviera un asiento en primera fila como observador de la farándula política.
Sin embargo, “Juls” no es un espectador. Su espíritu libre y rebelde lo ha llevado por otros rumbos, por lo que, desde hace tres décadas, también ha cantado en camiones, restaurantes y diferentes vialidades de la Angelópolis.
Es una especie de juglar y poeta citadino, que ameniza la vida en la selva de asfalto poblana gracias a sus interpretaciones y narraciones, llenas de buena vibra y humor.
“Soy artista urbano, por ponerle el mote ese, desde hace 30 años, cuando me ayudaban a subir a camiones, aunque luego subí de peso y empecé a rodar por los restaurantes”, dijo.
Su pasión por la música probablemente comenzó a afianzarse en las clases privadas de matemáticas que le pagaba su mamá, debido a que le costaba familiarizarse con los números.
Ahí, su docente, que también tenía una discapacidad, premiaba su aprendizaje con ponerle distintas melodías de rock, es decir, lograr que “Juls” resolviera una suma o resta de quebrados significaba la oportunidad de escuchar una creación de Alex Lora.
Posteriormente, en su época adolescente, se dio cuenta que no sentía afinidad por la escuela formal, por lo que se alejó de ella y comenzó a explorar talleres que impulsaran su vis artística.
“Desde secundaria yo me imaginaba teniendo la greña larga y tocando rock & roll, también tocando la guitarra, pero nunca aprendí”, manifestó.
Fue un programa radiofónico de la BUAP, realizado en el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos, el que lanzó al estrellato a “Juls”, posicionándolo como un gran entrevistador de sus colegas y un carismático músico local.
“De ahí, ya salté a la fama porque empecé a venir aquí”, abundó.
Con casi ocho años de presencia en el Pasaje del Ayuntamiento, el artista niega ser un elemento indispensable de la ciudad, pues considera que solo le está abriendo el paso a las generaciones venideras para seguir apropiándose de los espacios públicos en el buen sentido de la palabra.
“Como artistas, nos hemos vuelto incómodos, entonces, es difícil pertenecer a un sitio donde no se puede laborar. Yo estoy aquí no por mí, sino por los que vengan, porque si te prohíben la entrada a ti, se la van a prohibir a quien viene”, acotó.
El juglar del Pasaje del Ayuntamiento revela que en una jornada diaria de chamba puede juntar hasta 300 pesos, aunque explica que es una cantidad insuficiente por sus gastos personales, entre traslados de taxis y la manutención de un bebé de tres años.
“Como artista urbano, mientras le siga yo debiendo a Elektra, pues acá voy a seguir”, expresó entre risas.
Sin detallar sus planes a futuro, “Juls” menciona que actualmente se encuentra difundiendo una producción discográfica que compila archivos de su música vertida en Internet.
El material surge de la iniciativa de uno de sus camaradas, el Hombre Bolsa, quien, sin saberlo (o quizá sí), ha inmortalizado al juglar citadino en el imaginario melódico poblano.