*El sueño de Luis Madrid Polanca era convertirse en una estrella de televisión, ahora es uno de los luchadores más respetados del pancracio poblano, pero en 40 años de carrera, nunca había tenido una lucha tan difícil como la que vivió contra la Covid
Antonio Zamora
Puebla, Pue.- Su lona recorrida le permite a Centella de Oro ser uno de los luchadores más respetados del pancracio poblano, quedando muy atrás la etapa en la que su interés estaba en la actuación, pues él quería convertirse en estrella de televisión e incluso llegó a participar en algunos comerciales, pero ahora su único escenario es el cuadrilátero.
Antes de conocer el deporte de los costalazos y el Fitness, el sueño de Luis Madrid Polanca, como es su nombre real, era convertirse en una estrella de televisión, algo que pudo hacer realidad cuando tenía 21 años tras participar en videos y comerciales de televisión.
El propio maestro de pancracio en la Angelópolis contó que si bien desde la adolescencia la halterofilia formó parte de su día a día, convirtiéndola en un estilo de vida que hasta la fecha sigue llevando, de no dedicarse al deporte hubiese querido ser actor, ya que siempre fue de su interés y llegó a participar en comerciales de televisión gracias a Gerardo Macfarland, exjugador del Puebla y actual coaching al que siempre le guardará un profundo agradecimiento por permitirle cumplir su sueño.
“De no haber sido luchador habría sido actor, a mi me gusta mucho la televisión, pude incursionar en ese medio gracias a alguien que le tengo mucho cariño como Gerardo Macfarland porque cuando yo tenía 21 años me llevó a hacer videos, comerciales de cremas reductivas y de ejercicios”.
Su historia como luchador tiene muchos momentos destacados, pero dos en los que él se centra son cuando perdió la máscara ante una leyenda del pancracio poblano como lo fue Tarahumara, lo que fue un parteaguas porque a partir de ahí pudo dar el salto a la ‘Universidad de los Guapos’, un clan que echó a andar el afamado Shocker hace dos décadas.
“Mi papá luchaba como Chico Madrid, pero yo no utilicé ese nombre y mis primeras luchas aparecí como el ‘Código’ hasta que Saeta Negra me invitó a formar una tercia como los Centellas de Oro, y al final yo me quedé con el nombre y hasta la fecha sigue luchando así”.
En 40 años de carrera, nunca había tenido una lucha tan difícil como la que vivió contra la COVID-19 que lo tuvo contra las cuerdas, pero su estirpe de gladiador le ayudó a salir adelante, a hacerle una contrallave a la enfermedad que lo hizo ver de cerca la muerte.
“Después de esas semanas complicadas valoras muchas cosas, a la familia, mis hijas que querían abrazarme y no podían, tenían que estar separadas de mí, de lejitos a unos diez metros me decían adiós. Cuando me faltaba la respiración y no sabía si iba o no a respirar al otro día, o si ya no vas a estar vivo, era despedirme todos los días de mi familia de lejitos, fue una situación horrible y ojalá nunca vuelva a pasar, también aprendí a valorar a los amigos porque realmente te das cuenta de amigos que de los que menos piensas son lo que están más contigo”.
A casi tres años de su padecimiento, Centella de Oro ha retomado la normalidad de su vida, el ring sigue siendo su escenario y el gimnasio su templo, pues todos los días ayuda e incentiva a jóvenes a ejercitarse y a hacer conciencia sobre los cuidados que necesita su cuerpo para afrontar la pandemia.
“Yo les recomendaría que se siguieran cuidando, que no se confíen solo en las vacunas, que coman bien, que coman cosas sanas, el Covid es un bichito que se impregna más en las personas que tienen principalmente diabetes, que hagan su cuerpo alcalino para que lo rechacen y usen cubrebocas para que realmente si la persona que este a lado de ti no se cuida tú te cuides y sobre todo a tu familia”.