*Un muro de este restaurant miniatura de la Ciudad de México lo ocupa la foto monumental de una señora con su vibrante vestido de lienzos con flores rojas y amarillas, y el cuerpo cubierto de collares de monedas y montones de alhajas doradas
Aníbal Santiago
Ciudad de México (CDMX).- No tienen tregua: los ventiladores de pared descargan sus ráfagas todo el día para aliviar el aire caliente que esparce la cocina, con sus cacerolas humeantes de mole negro y la plancha en la que un cocinero arroja tasajo, nopales, frijoles y más delicias a las tlayudas.
Los clientes de Aquí es Oaxaca entrecierran los ojos de placer al sentir la brisita que cura la opresión de la multitud que les dejó una visita dominical al cercano Mercado de La Merced. El aire refrescante mejora su concentración, para que aprecien los sabores de esta fonda en la que antes que nada bebes el tejate helado -maíz, caco y mamey- y que luego te persuade de que estás frente manjares que te sirve una tehuana en una casita de los pueblos de Papaloapan, Tilantongo o Zaachila, en lo más profundo del estado.
Desde luego, no estás allá, pero claro que estás frente a una tehuana: a un muro de este restaurant miniatura lo ocupa la foto monumental de una señora con su vibrante vestido de lienzos con flores rojas y amarillas, y el cuerpo cubierto de collares de monedas y montones de alhajas doradas. Te mira seria, inquisitiva, aunque tú lo que haces es sonreír: la cuchara deja en tu boca una sopa de frijol, pasilla, tortilla frita y aguacate. Da culpa que ese deleite que reanima tu cuerpo cueste solo 45 pesitos, aunque todo en esta casona virreinal de Soledad -la gran calle de productos oaxaqueños de la capital- es baratísimo, ya sea que comas o desayunes: huevos revueltos bañados en salsa jitomate con frijoles refritos, 55 pesos. Chicharrón en salsa de jitomate con frijoles, 65. Arroz con chepiles (quelite oaxaqueño) 25; o con mole, 35.
Desde la terraza observas la vendimia callejera del centro de la Ciudad de México: calcetines, cachuchas de beis, lápices cosméticos, pashminas y todo lo que se te ocurra. Y ahí abajo también pasan los fieles de la vecina Iglesia de la Santísima Trinidad, fundada como ermita en 1567 por las monjas de Santa Clara, templo hermoso y sobre poblado aunque se cae a cachos como si lo hubieran bombardeado.
Pero ni el deterioro mata la fe en estas calles a espaldas de Palacio Nacional. Frente a Aquí es Oaxaca están los Antojitos Mexicanos Perpetuo Socorro, y en nuestro restaurante (también conocido como Casa Nela) un cartel reza lo siguiente: Gracias, Señor Jesús, por un día más / Bendice esta fuente de trabajo, también a los clientes que lo frecuentan / Y por cada peso que reciba de ellos, multiplícales su dinero. Quién sabe si logren tan generosa multiplicación (yo no la percibí), pero al menos con su menú no te roban ni un tostón. Al contrario, muy samaritanamente nos nutren a los capitalinos.
Por eso las familias llegan, se sientan a las mesas rojas con manteles de estampado selvático y piden banquetes de enchiladas verdes con espinazo, amarillo de res (de mole amarillo), molotes de chorizo con papa y, desde luego, el plato rey: la tlayuda, cuya versión “Patrón” incluye salsa de frijol, jitomate, aguacate, tasajo, cecina enchilada, chorizo y quesillo. Una bomba atómica de sabores sobre la enorme tortilla crocante de maíz nixtamalizado.
Aunque no hay ni 8 mesas, el espacio es tan reducido que te debes encoger hasta para ir al baño. Si caminas erguido puedes chocar contra un estante de jícaras de barro, tropezar con una caja de cerveza, tropezarte con unos guacales con verdura.
Pero de esa incomodidad ni te vas a acordar cuando vuelvas a tu mesita, incrustes tu tenedor en la carne vegetal y lleves a tu boca el chile pasilla relleno de picadillo de cerdo bañado en salsa roja con frijoles y arroz. Otra vez vas a entrecerrar tus ojos, sentirás el soplo de los ventiladores y pensaras agasajado: “Aquí es Oaxaca”.
Aquí es Oaxaca: Soledad 42, Centro Histórico CDMX. Tel 55-55423754.