*Cuenta la leyenda que en el Convento de Santa Clara de la ciudad de Puebla, la monja mestiza, Eduviges, mezcló leche, yemas de huevo, almendras o frutos secos como la nuez, piñón y pistache, almidón o féculas y, por supuesto, alcohol
Guadalupe Juárez
Puebla, Pue.- El rompope, como otros platillos y bebidas típicas poblanas, nació entre los muros de conventos.
Los recintos religiosos aún guardan celosamente la receta de la bebida, aunque se puede degustar en cualquier punto del país y en otras naciones.
Un sorbo del líquido no es suficiente para nublar los sentidos, pero es un deleite para los paladares que logran probarlo: un sabor suave a vainilla y un toque de canela, acompañado con alcohol y otros ingredientes que no siempre se logran identificar.
Se sabe que es elaborado con leche, yemas de huevo, almendras o frutos secos como la nuez, piñón y pistache, almidón o féculas y, por supuesto, alcohol en al menos 10 por ciento.
Hay quienes, además de los ingredientes básicos, suelen agregarle otros para distinguirse de un sabor tradicional, como café y saborizantes.
El rompope es mexicano, muy común en la elaboración de postres, como gelatinas, utilizado para agua fresca, licuado, malteada, pasteles, helados, gomitas.
Tiene primos lejanos en otros países, bebidas que tienen como ingredientes base los que se utilizan para preparar rompope, como el eggnog inglés; el advokaat en Bélgica y Holanda; en Alemania se llama biersuppe y está hecha con cerveza; en Perú es conocida como biblia con pisco.
Pero en Puebla prevalece una leyenda, la historia nos ubica en el periodo Colonial, en la capital, cuando las monjas clarisas eran famosas por ser las mejores anfitrionas del país, con sus majares preparados para la élite novohispana.
En el Convento de Santa Clara lo mismo se preparaban recetas de otros lugares del mundo como inventos que ellas mismas hacían, con los ingredientes que tenían a la mano.
Entre estas manos privilegiadas estaba Eduviges, una monja mestiza, quien era la encargada de preparar el rompope, una bebida que en ese entonces estaba prohibido que consumieran las monjas por el alcohol que contenía, sólo ella podía hacerlo para probarlo.
La curiosidad de las demás monjas era grande y Eduviges convenció al Obispo de probar una copa a diario. De esta forma, las religiosas -junto a sus familias- pudieron degustar de esta bebida, la cual se popularizó.
De inmediato, el rompope era una de las bebidas favoritas de las personas que habitaban la Nueva España y para las monjas del convento de Santa Clara, se convirtió en su sustento principal, junto a otros dulces y alimentos que preparaban.
Por lo regular, el rompope aparece en las mesas durante la época navideña, sobre todo para acompañar platillos dulces.