El creador de marionetas

*Todo empezó con un personaje que creó para poder incentivar a su hijo a que tomara leche y desde entonces, Don Pablo Mejía sigue moldeando madera y cortando tela para darle vida a cientos de títeres

Guadalupe Juárez

Puebla, Pue.- Pablo Mejía sabe que cuando está enojado debe hacer a un lado la madera y la tela, y no hacer títeres. Un día, una joven se le acercó y le dijo que sus piezas tenían el ceño fruncido y estaban mal encaradas.

Y desde ese día, sólo cuando está de buen humor, toma la madera para darle forma, corta la tela y viste a las figuras que crea, algunas inspiradas en personas que ve, otras por encargo y unas más que salen de su imaginación. Todas esbozan una gran sonrisa.

Pablo dice que nadie le enseñó a hacer marionetas, que en San Lorenzo Chiautzingo, de donde es originario, a mediados de los años 80, un día le dijeron que debería de hacerlas, y comenzó a crearlas sin saber cómo hasta hacerse de su propia técnica.

“Está desgreñada, pero es hermosa”, habla de un títere que apenas está terminando. Es una mujer de tez morena, cabello de estambre con una falda verde floreada y una blusa amarilla. Ella sonríe.

Hay otro títere que destaca entre los demás, un anciano, que también se ve sonriente, aunque el gesto es cubierto por su barba y bigote blanco, usa gafas, y cuando alguien tira de un hilo, hace que levante la botella que lleva en su mano y se la empina, simulando que termina hasta el último sorbo.

El artesano recuerda que una vez una mujer le pidió que le ayudara a crear un personaje que motivara a su hijo a beber su leche, entonces –dice— al regresar a Chiautzingo vio a un hombre sentado en la calle con su barba canosa y un bigote grueso blanco, así que plasmó sus características en una marioneta y se le ocurrió ponerle una botella blanca en su mano izquierda.

Su idea funcionó, el niño de la mujer tomó hasta el último sorbo de su mamila, porque el anciano convertido en marioneta lo hacía. Entonces, Pablo decidió hacer más figuras, pero ahora en lugar de ojos redondos y abiertos, le pintó unas gafas, y en su mano le puso una botella. La figura del anciano es la que más vende a donde quiera que vaya.

“Todavía no sé si de verdad lo vi o era de aquí”, dice tocando su sien con su dedo índice. Hoy Pablo está de buen humor, ha terminado casi todas sus piezas y en su inventario sólo queda pinocho, un payaso y figuras humanoides con cabeza de ratón y de gato.

Pero sus manos pueden con más, es suficiente con ver una foto para plasmar los rasgos físicos y hasta la personalidad de alguien en un títere. Ya tiene una lista de personas que le han pedido hacer su propia marioneta.

Pablo suele estar en Cholula, camina de aquí para allá, para que vean que sus marionetas son capaces de recorrer las calles igual que él.

El costo de las marionetas va desde los 100 pesos y hasta 300 pesos, depende de las características de cada una.

Si no encuentran a Pablo y a sus títeres recorriendo Puebla, pueden marcarle para conseguir sus piezas, que seguramente van a sonreír, porque sólo las hace cuando está de buen humor. Pablo Mejía Artesano: 22-14-15- 97-07

 

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