Casa del Títere, residencia de hilos y trapos

*Conformado por aproximadamente 12 salas, en el recinto los espectadores pueden recordar cuentos clásicos y óperas famosas; en la Casa del Títere Marionetas Mexicanas podrán ver un Pinocho gigante y proyectores inmersivos

Jaime López

Puebla, Pue.- Colorido, historia, magia y tradición, así podría definirse la colección resguardada en la Casa del Títere Marionetas Mexicanas, que forma parte del complejo museístico La Constancia.

Localizada al norponiente de la capital poblana, la peculiar residencia es habitada por cientos de muñecos y figuras diminutas, que se exhiben en estanterías de vidrio como si fueran estrellas de pasarelas de moda.

Las luces son proyectadas de manera estratégica sobre los anaqueles para hacer lucir sus vestuarios y diseños: los hay de distinto tipo, dependiendo la época y el concepto de cada sala.

La mayoría de ellos fueron creados por Rosete Aranda, una compañía perteneciente a una familia de titiriteros nacionales, que fue sumamente famosa de 1835 a 1958.

Lo anterior da cuenta de la exhibición centenaria que alberga el recinto, en el que los infantes despiertan su curiosidad y encuentran alegría, mientras que los mayores de edad amplían su bagaje cultural.

Aproximadamente doce habitaciones son las que integran la Casa del Títere Marionetas Mexicanas, cuya parte media alberga la única figura gigantesca de la colección.

Es un Pinocho de más de dos metros de estatura, que nada tiene que ver con la marioneta que el célebre director mexicano Guillermo del Toro ocupó en su más reciente filme.

Hay quienes piden a la guía que les tome la foto del recuerdo con ese títere rígido, que recrea el más famoso personaje ideado por Carlo Collodi. Otros más lo pasan de largo o lo contemplan por unos cuantos segundos.

Entre las primeras habitaciones a recorrer destaca aquella que evoca la puesta de ópera “Carmen”, un drama francés ambientado en España, que retrata el triángulo amoroso entre una gitana, un militar y un torero.

Posteriormente, vienen algunas salas enfocadas en cuentos clásicos como “Pedro y Lobo”, en donde se conjuntan muñecos manipulados, tanto por hilos como por la mano del hombre.

Aunque las bocas de los personajes permanecen estáticas, teniendo un poco de imaginación se puede recrear a través de ellos escenas emblemáticas dignas de un best seller.

En cuanto a la curaduría, la Casa del Títere Marionetas Mexicanas es de los primeros espacios en Puebla en introducir lo que se conoce como inmersión, concepto recientemente promovido por el Museo Internacional Barroco.

Muestra de ello son los videos que se activan en cada habitación cada vez que se detecta la presencia o pisadas de los espectadores.

A lo largo de la residencia “titeretesca”, propios y extraños también pueden ser testigos de las influencias francesas, orientales y rusas que ha habido en el arte y vida nacionales.

Así, las fronteras físicas se desvanecen al igual que las líneas imaginarias que separan la adultes de la infancia. En esta casa, todos pueden ser grandes y pequeños a la vez.

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