Cerro de Amalucan, apartarse de la vorágine

*En 74 hectáreas de la Ciudad de Puebla veinte mil árboles arropan áreas culturales, deportivas y de esparcimiento que incluyen un lago artificial, teatro al aire libre, canchas, senderos, asadores, miradores, juegos infantiles y módulos de lectura

Antonio Zamora

Puebla.- Al llegar a la cima una tranquilidad pasmosa, se respira aire limpio, se escucha el trinar de aves y el viento es más frío. Una inmejorable vista de la ciudad de Puebla, eso es lo que ofrece el Cerro de Amalucan, un pulmón de la capital que todo poblano debería disfrutar.

Se pueden observar las 74 hectáreas que lo integran y si bien con el paso del tiempo se ha visto la construcción y desarrollo de fraccionamientos en sus alrededores, tiene unos veinte mil árboles y se compone de áreas culturales, deportivas y de esparcimiento que incluyen un lago artificial, un bioestanque, teatro al aire libre, canchas, senderos, asadores, miradores, juegos infantiles y módulos de lectura.

Ahora es un espacio aprovechado por los vecinos del lugar para caminar, ejercitarse o pasear a sus mascotas, pero poco se sabe de su historia.

El cerro de Amalucan esconde un basamento arqueológico que fungió en la época prehispánica como un área habitacional y un centro ceremonial amurallado en la cúspide, esto de acuerdo con el análisis de la zona por parte del gobierno estatal y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Incluso, de acuerdo con datos históricos, durante el conflicto bélico de la Batalla del 5 de mayo de 1862, y en los meses de marzo-abril de 1863, durante el Sitio de Puebla, el cerro y su falda poniente fueron aprovechados por el ejército francés para establecer trincheras y parapetos para atacar la ciudad.

Para los deportistas, las condiciones de terreno del cerro son perfectas para generar fuerza en las piernas, sobre todo al aceptar el reto de subir los 250 escalones que conducen hasta la cima. Aunque para los que simplemente quieren desestresarse, también hay condiciones para hacerlo.

El parque se volvió hogar de una escultura de bronce llamada ‘La Victoria’ donada por el escultor poblano, Bernardo Luis López Artasánchez. La pieza tiene una altura de 30 metros y pesa más de 20 toneladas, además, representa la fuerza de los mexicanos que sobrevivieron ante los embates de los sismos de 2017.

La idea original del proyecto es que en la base de la escultura se edificara un museo de sitio en donde se exhibieran los hallazgos arqueológicos, el período colonial con la Hacienda de San Juan y el paso del conflicto bélico entre México y Francia, sin embargo, no se ha realizado.

El Cerro de Amalucan es un lugar perfecto para apartarse de la vorágine característica de cualquier gran urbe, es el conducto hacia un espacio lejos de la contaminación ambiental y acústica, aunque a su vez se convierte en el sitio predilecto para la recreación y esparcimiento familiar.

 

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