*Óscar Javier Hernández Álvarez, ganador de diversos premios, conoció la fotografía como una materia más de su formación universitaria, pero ahora es su oficio, pasión y modo de vida
Jaime López
Puebla, Pue.- Durante su más reciente década de vida, la luz y el obturador se han vuelto sus principales compañeros y ya perdió la cuenta del número de clics que ha generado con su cámara.
Tiene 32 años y ha ganado diversos premios nacionales como fotógrafo, gracias a su innegable habilidad para retratar tanto platillos tradicionales de la gastronomía poblana como elementos de la multiculturalidad mexicana, que implican técnicas distintas.
Es Oscar Javier Hernández Álvarez, a quien la mayoría de sus familiares y amistades lo conocen como “Maskie”, en referencia a un jugador de fútbol soccer, deporte que practica en ocasiones, más que nada por hobbie.
Egresado y titulado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la BUAP, su interés por la producción audiovisual surge justamente en la recta final de la licenciatura, en el marco de la elección presidencial de 2012, tras obtener junto con un par de amigos un premio en un concurso organizado por la entonces Procuraduría General de la República (PGR).
El hecho referido lo motiva a participar en otros certámenes y conocer más de cerca el universo de las imágenes, tanto en movimiento como fijas, sintiendo mayor predilección por estas últimas.
La fotografía le llegó como una materia más de su formación universitaria, pero ahora es su oficio, pasión y modo de vida, porque le ayuda a sobrellevar sus gastos diarios y le permite recorrer el territorio mexicano en busca del clic perfecto para plasmar sus creaciones.
En tono de broma, platica que lo persiguen los terceros lugares, porque es la posición que más ha obtenido en los concursos donde ha compartido su trabajo.
Sin embargo, también ha sido acreedor del máximo galardón en el Festival Internacional de la Imagen (FINI), en el estado Hidalgo, por documentar la primera marcha contra la transfobia en Puebla, y, además, en la pasada administración municipal capitalina se llevó la corona en el certamen denominado Chile en Nogada, Encuentro de todos los sentidos.
Después de varios años de experiencia, su entendimiento sobre el comportamiento de la luz es otro, porque no la percibe únicamente como una extensión del universo, sino la ve como un elemento fundamental para componer sus obras y bañarlas de magia.
Su más reciente trabajo es muestra de eso último, ya que si uno mira con detenimiento cada uno de los elementos de su retrato, que se centra en una de las tradiciones de una comunidad afrodescendiente de Oaxaca, descubrirá la suavidad con la que la luz envuelve a los protagonistas.
En cuanto a la red social conocida como Instagram, el joven artista la define como una plataforma oportuna para difundir sus realizaciones, en la que incursionó hace ocho años y en donde ha podido generar redes de contacto con fotógrafos que admira.
Aunque aclara que no tiene la autoridad para dar una opinión sobre lo que implica ser un buen artista del encuadre y la luz, sostiene que los teléfonos inteligentes (smartphones) pueden permitir a todas las personas capturar imágenes, pero esto no los convierte en buenos creadores.
El exigirse y retarse constantemente forman parte de su idiosincrasia, constituyendo dos elementos característicos más de su legado en formación. Así, llega a expresar su inconformidad por las malas tomas o pequeñas imperfecciones visibles. A fin de cuentas, el carácter de un genio.