*En el mítico y antiguo Barrio de El Alto, sobreviven murales con rostros de mujeres poblanas, acompañados de coloridas imágenes que el paso del tiempo ha ido desgastando .
Guadalupe Juárez
Puebla, Pue.- El rostro de una mujer con arrugas y unas cuantas canas sobre el cabello que ha acomodado detrás de su oreja izquierda se mantiene con la mirada hacia abajo, como si no quitara la vista de la calle empedrada que tiene enfrente.
Su cabello, en su mayoría, es negro, trenzado y junto a ella hay un corazón enorme, como si recién lo hubiera sacado del pecho, hasta da la sensación de latir. Ella no sonríe, las comisuras de sus labios son un trazo hacia abajo, como de tristeza o nostalgia, sólo mira hacia abajo.
Cerca hay otra mujer que mira por encima de su hombro, pareciera que no quiere ver la iglesia que está al frente. Es muy joven y con cabello corto, casi hasta la barbilla. Junto, una sirena, de la que sólo es posible observar su cola, porque el tiempo ha causado estragos y ya no es posible ver da detalle su torso.
Sobre la cabeza de la mujer un velero navegando en una nube, así como un par de palabras en letras azules “Islas Filipinas”.
Son los rostros de murales de viviendas sobre la esquina de la 8 Oriente y la 15 Norte, atrás del jardín de San Francisco, parte del mítico y antiguo Barrio de El Alto.
La pintura de las fachadas se han ido desgastando, la que queda en algunas conservan los murales que cuentan otras historias, unas más lejanas a las de Xanenetla, que son las más comunes en la ciudad.
Aquí, no hay tantas personas que se tomen fotos en ellos, las esquinas están tan despintadas que en algunas partes de los murales sólo se ve el gris del cemento con el que fueron revocadas.
En una casa con paredes rosas hay una especie de criaturas submarinas que nadan y te observan, un par de pupilas se mantienen fijas hacia el horizonte.
Al lado, hay peces con la boca abierta, nadando, acelgas de las que es posible notar un movimiento, como si se encontraran bajo el agua.
Si caminas hacia la 6 Oriente encontrarás a otra mujer, ella sí te mira fijamente, tiene un sombrero azul, su mirada es expresiva, y sonríe. También tiene el cabello negro y trenzado, está en un muro con un verde acuoso.
Junto a ella hay dos colibrís, uno con una ala abierta y otra doblada, mientras que la otra ave, sólo la mira.
Al llegar a la esquina de la 4 Oriente, hay otra fachada con trazos, una pintura con tres perros, uno gris que disfruta un jardín de flores blancas y dos perros cafés que juguetean y parecieran asomarse en la puerta donde fueron pintados.
A un costado hay un gran árbol frondoso, en el que de ser real sería posible trepar por su tronco y copa e ingresar por las ventanas de la casa en la que fue pintado. Hay nubes en un cielo despejado.