*Con 49 años de historia, el parque Hermanos Serdán es la casa del beisbol en la Angelópolis, aunque la experiencia al visitarla, va más allá de lo deportivo, trasciende a lo gastronómico y hasta cultural
Antonio Zamora
Puebla, Pue.-.- Si te apasiona el beisbol o eres de los que simplemente lo entiende, o aquellos que no tienen ni idea del deporte que se juega en un diamante, a vivir una gran experiencia en el parque Hermanos Serdán.
Antes de entrar, un mural gigante hecho por el artista poblano Jorge Luna Flores, mejor conocido como “Hesiucka” integrante del “Aci crew” quien bajo su educada mano y magnífico ojo, representó al llamado rey de los deportes combinado con la cultura urbana.
Una vez adentro, el primer sentido que se estimula es el olfato porque te rodea una combinación única de aromas. El olor a las cemitas beisboleras, que son diferentes a las tradicionales porque llevan papas fritas y van sin pápalo, además de los tacos árabes y las chalupas, se mezcla con el de algún habano que los beisboleros más maduros suelen prender para disfrutar de un juego.
Si bien ha sido recientemente remozado y cuenta con una nueva instalación de alumbrado que hace gozar aún más los jonrones de los emplumados por las noches con su show de luces, el parque poblano tiene la esencia de un escenario clásico para un juego de pelota.
El beisbol llegó a la Angelópolis se forma profesional en 1940 y aunque ha habido un vaivén de equipos desde entonces, fue en la creación de Ángeles de Puebla, al inicio de los setenta, que los empresarios William Budid y Emilio Tame planearon la construcción del nido ya que el estadio Zaragoza, inaugurado en 1952, ya era incómodo para recibir espectáculos deportivos.
Se cantó playball por primera vez en el Serdán el 16 de junio de 1973 y desde entonces ha visto campeón a las novenas poblanas en tres ocasiones, a Ángeles de Puebla en 1979, a Ángeles Negros en 1986 y a los Pericos en el 2016.
Esta información del estadio que están visitando, algunos aficionados lo saben, otros no, pero igual se la pasan bien, porque puedes estar muy atento a la labor del pitcher, si los toleteros están bateando bazofia, o también puedes dejarte llevar por el ambiente que se genera en las gradas con el variado playlist que ponen en el sonido local y el espectáculo de la mejor botarga del país, Pepe Perico.
¿Por qué nos piden que hagamos ruido? Pregunta la pareja de un apasionado aficionado con camisola y gorra verde, quien explica que cuando la cuenta del pitcher rival llega a tres bolas, la afición también entra al juego haciendo borlote con gritos, matracas y tambores, para desconcertarlo y así le dé al bateador de Pericos la base por bolas.
Por su parte, Carlitos está muy emocionado porque su papá le compró un guante y lo lleva a la zona de bleachers, que son las gradas detrás de los jardines donde caen las pelotas que pegan de jonrón y los aficionados se las disputan.
“Mi papá me prometió que va atrapar una pelota para mí”, dice el pequeño que de su frente cuelga un muñeco de un perico, apodo que se ganó el equipo en los cuarentas porque correspondiendo al color verde del Parque Puebla que por entonces era su casa, le pusieron vivos de ese color a su uniforme y a algún creativo aficionado se le ocurrió gritarles “parecen pericos”.
En el tramo final del rol regular de la actual temporada que tiene a Puebla como uno de los mejores equipos de la Liga, llegó la visita de los Tigres, y eso significa un gran juego en el terreno, pero también una buena rivalidad en las tribunas, por eso los doce mil asientos disponibles prácticamente estuvieron ocupados.
La guerra de porras ofrece también sabor, pues mientras los seguidores de los bengalíes, que hay muchos en Puebla por el paso del equipo en la ciudad hace dos décadas, gritan ¡Vamos Tigres! la fanaticada local compone con un ¡P*tos Tigres!
Después de cuatro horas de juego, gran parte de la afición sale contenta porque los Pericos ganaron, pero sobre todo porque vivieron una experiencia diferente, con un entorno único que solo se puede vivir en la casa del Rey.