*Debutó como futbolista profesional en el Puebla y a pesar de que la vida le ha puesto innumerables pruebas, como un padecimiento de arritmias cardiacas, sigue de pie
Antonio Zamora
Puebla, Pue.- Borges decía que solo se puede amar lo que se ha perdido, por eso Diego Cruz ama el futbol. Durante los últimos dos años había perdido esa sensación de ser futbolista, pero su espíritu guerrero no lo dejó rendirse y ahora a sus 26 años de edad está reconstruyendo su carrera.
En abril volvió a jugar un partido oficial después de no hacerlo desde finales del 2019, lapso en el que vivió un verdadero viacrucis que lo llevó a una cirugía de corazón y se le cerraran las puertas en prácticamente todos lados.
“Me encontraba muy frustrado, no fue nada fácil para mi entrenar sin equipo, muchas veces desmotivado, hacer llamadas, viajes, invertir, hacer todo lo posible y que no apareciera nada, aun así, nunca dejé de confiar en mi ni de prepararme”.
Diego Andrés nació en Chihuahua y dejó su casa desde los 17 años de edad persiguiendo su sueño, aunque su camino fue cuesta arriba desde un inicio, ya que lo discriminaron por su baja estatura o simplemente no confiaron en él, hasta que llegó al Puebla de la Franja y pudo lograr el anhelo de debutar como profesional.
“Yo no tenía un contacto dentro del futbol, lo que hice fue buscar en internet información para las visorias y encontré del América. Conseguí un raite con un amigo que iba a México, me probé, pero no quedé porque me dijeron que estaba muy chaparro. En Pachuca me quedaron de llamar, pero nunca pasó. Ya allá decidí ir a Puebla, tomé el camión y estuve entrenando una semana con la sub 17, les gustó cómo jugaba y así fue cómo me quedé”.
En el 2015 tocó el cielo con las manos porque en un partido de Copa Mx hizo su presentación, después tuvo que volver a remara contracorriente porque salió de la Franja, se fue al Atlas en donde otra vez picó piedra hasta que la rompió y en 2017 jugó sus primeros minutos en Primera División, en la Liga MX.
“Yo quería debutar en Liga con Puebla, pero nunca se dio, (el técnico) Pablo Marini me sacó a banca, pero por los partidos no se dio. En 2016 me fui al Atlas y aunque empecé en la sub 20 fui subiendo y ahí pude debutar en el 2017, pero después tuve desacuerdos con el entrenador que era el Profe Cruz, me volvió a bajar a la sub 20 y mejor me regresé a Puebla en 2018”.
Tras más vaivenes, en 2019 recayó en el Celaya de la segunda división del futbol mexicano llamada Liga de Expansión, en donde iba a estar un año, pero se le acrecentó su problema congénito de arritmias cardiacas y las tuvo que resolver con la cirugía.
“Tenía tres años cuando sentí mi primera arritmia, con el tiempo iban pasando más seguido, hasta el punto de que me daban en los entrenamientos, mis compañeros se asustaban mucho, aunque yo no tenía marero, ni dolor, simplemente el corazón se me aceleraba, sí eran arritmias muy fuertes, el ritmo me llegaba a 260 por minuto, pero me acostaba, ponía los pies arriba y me sobaba los ojos. Los episodios me duraban de 40 segundos a un minuto y ya después podía volver a entrenar sin problemas, ya conocía mi cuerpo”.
Por eso, el Puebla financió un cateterismo con el que le resolvieron el problema de salud, pero y si bien pensó que así sus problemas se terminarían, apareció la pandemia, se quedó sin equipo y comenzó la búsqueda que duró dos años.
“Han sido golpes duros porque sé que venía jugando bien, pero siempre me he caracterizado por no rendirme, estuve en depresión y en desesperación, pero creí en la persistencia y así seguí porque hay mucha gente apoyándome, estuve dos años inactivo, sin ingreso económico, pero ahora estoy agradecido de poder seguir persiguiendo mi sueño porque no toda la gente puede hacerlo”.
Diego Andrés Cruz es un guerrero de la cancha que no se sabe rendir, que a pesar de que la adversidad sea grande, no se intimida y respaldado por su familia y amigos, ahora tiene su merecida revancha en el futbol de Perú desde donde demuestra que sigue de pie.