El rockstar del tatuaje

*Amilcar García paseó del cielo y al infierno; fue gracias a los tatuajes que encontró una estabilidad en su vida y los deportistas más famosos han pasado por sus virtuosas manos

Antonio Zamora

Atlixco, Puebla.- Mientras trabaja, el único ruido que se escucha en el estudio es  la pistola tatuadora. Amilcar necesita la concentración máxima cada vez que tiene sesiones de tatuaje con sus clientes, en su mayoría deportistas y futbolistas de viven en Puebla.

“Mira este es el tatuaje que le hice a Alustiza”, dice orgulloso mientras enseña una foto de la Virgen de Guadalupe que le tatuó al otrora goleador del Puebla de la Franja; fue el primer famoso que lo visitó.

El gusto por los tatuajes no fue repentino u obra de la casualidad, desde pequeño estuvo influenciado por familiares y amigos, que lo llevó a pintar su cuerpo cuando apenas tenía diez años.

“Mi carrera empezó hace siete años en el medio del tatuaje y la modificación corporal. Yo creo que involucrado en este mundo siempre he estado porque siempre tuve primos tatuados, amigos mayores tatuados, mi primer tatuaje fue como a los diez años”.

Y si desde chico, el mundo de las modificaciones en la piel era lo que le gustaba, su padre lo encaminó para que el futbol se convirtiera en su actividad principal con la ilusión de llegar al profesionalismo.

“Al final de cuentas logré llegar a ser profesional, pero para mí era más un empleo que algo que me apasionara”.

Si bien nació en Oaxaca, casi toda su vida la ha pasado en Atlixco, y fue ahí que empezó su andar por las canchas pasando de jugar en universidades y amateur a las Fuerzas Básicas del América, hasta que llegó el momento que cambió su vida: al participar en una riña, la persona con la que tuvo el desencuentro resultó afectada quedando en coma por más de dos semanas, por lo que fue acusado de tentativa de homicidio y posteriormente encarcelado.

“No es que haya querido matar a alguien, fue una riña y pues la verdad es que las cosas se salieron de control (…) son cosas que te cambian la vida para mal y para bien a la vez, depende de cómo tengas la fiereza de salir adelante”.

Una vez cumplió su condena, empezar de cero, sin carrera futbolística, ni dinero y con una escolaridad tan limitada que lo orilló a apostar por trabajos básicos como repartidor o cargador.

“Yo pasé por diferentes empleos, ahí es dónde radica la problemática del futbolista que no se prepara, hablemos de nivel educacional, yo solamente tengo terminada la secundaria y al no tener la escolaridad suficiente para un buen empleo tuve que hacer de vendedor, de cargador, de repartidor”.

Trabajó en Grupo Modelo pero su inquietud por su verdadera pasión, lo llevó a renunciar y con el finiquito que recibió se arriesgó al emprendimiento y abrió su primer estudio de tatuaje.

“Como hunter estuve tres años y en ese lapso yo hacia el tatuaje como hobbie hasta que me di cuenta que ese empleo me estaba matando, renuncié, me armé de valor, fui por mi finiquito y con eso compré mi primer equipo y me empecé a aventurar en este mundo del tatuaje.  Tengo siete años sin vacaciones, siete años chingándole diario”.

En 2014, el Puebla hizo pretemporada en Atlixco y fue ahí donde Amílcar hizo su estreno como el tatuador de los futbolistas, pues el ‘Chavo’ Alustiza le pidió un primer diseño y a partir de ahí, los deportistas se han convertido en sus mejores clientes.

“Un día me llevaron a una concentración del Puebla y ahí tatué a Carlos Guzmán, a (Luis) Noriega, y también a Mati Alustiza. Esa fue una tarde de mucha presión para mí, pero a la vez de mucha emoción, afortunadamente todo salió muy bien”.

La vida de Amílcar Antonio García ha sido de vaivenes, pasando de tatuarse a los diez años, a ser futbolista profesional, estar en la cárcel, empezar de cero para alcanzar por fin una estabilidad a la que renunció con tal de hacer su sueño realidad y ahora se siente un rockstar que le cumple sus deseos a los deportistas.

 

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