*Enfrenta una enfermedad visual degenerativa y es una de las mejores arqueras de Puebla y del país, con participaciones internacionales destacando una Universiada Mundial
Antonio Zamora
Puebla. – Abril López quería ser gimnasta, pero un día sus primos la invitaron a que conociera el tiro con arco y desde que lanzó su primera flecha se enamoró de este deporte. Y si bien practicarlo necesita una visión casi perfecta, tiene algo más poderoso que eso: un espíritu inquebrantable.
“Todo se dio cuando tenía 14 años, yo la verdad primero quería practicar gimnasia, de hecho, ya estaba por empezar las clases, pero mi mamá me impulsó y me dijo que no perdía nada en probar, tener un entrenamiento y que si no me gustaba pues no regresara. Al principio era un hobby para estar con mis primos, pero después ya lo tomé con seriedad, me enamoré desde el primer día que lo probé”.
Muy pronto se tuvo que enfrentar a un golpe duro: en un estudio de rutina para detectar su ojo dominante y así adaptar su mecánica de tiró, le encontraron un queratocono, una enfermedad degenerativa que ataca las corneas y que reduce seriamente la visibilidad.
“Fue un cambio radical, sí se me dificultó mucho por la visión, porque cuando comienzas a practicar te hacen un examen para detectar cuál es tu ojo dominante, el mío es el izquierdo, pero como en la asociación no había muchos equipos me adaptaron para que lo hiciera con la derecha, es decir, sostengo el arco con la mano izquierda y jalo con la derecha que es con la que tengo más fuerza”.
Su adaptación a practicar con todo y su enfermedad fue tan buena que ya con el respaldo de un entrenador que la supo potenciar, tres años después de haber tirado su primera flecha (en 2013), se internacionalizó, alcanzó un nivel competitivo que le abrió las puertas a torneos juveniles en Rumania, China y Argentina, en lo que fue una experiencia que le abrió el panorama y la motivó a seguir creciendo.
“Me llevó tres años comenzar a destacar a nivel internacional, con 17 años integré la selección juvenil y participé en una Copa Europea en Rumania en el 2013, después se dieron los clasificatorios para el campeonato mundial que fue en Wuxi, China. Ese año lo cerré con un torneo en Luján, Argentina”.
Tuvo un prometedor arranque, pero los siguientes años fueron complicados, pues entró en una depresión provocada por diferentes aspectos, desde desilusión propia por no ser incluida en selección nacional, hasta una relación sentimental que no la dejaba crecer, pero con el apoyo de su familia y entrenador salió adelante y para 2017 clasificó a la Universidad Mundial, la máxima competencia a la que aspira un deportista estudiante, por lo que tuvo que postergar su cirugía para corregir el queratocono.
“Ya con la clasificación asegurada a la Universiada, tuve que tomar decisiones porque ya tenía programada una cirugía para corregir el queratocono que padecía, pero en ese momento decidí postergarla, hablé con mi doctora, ya tenía avanzado mi problema, pero me decidí por la Universiada. Incluso la doctora me dijo que no creía que practicara este deporte con la enfermedad, porque mi visión no daba”.
La madurez natural de sus 24 años aunada a todas las experiencias que ha vivido dentro y fuera del campo, la han llevado a trazarse un plan el cuales volverse una atleta de alto rendimiento, formar un equipo de trabajo que le ayude a seguir creciendo con el sueño de clasificarse a unos Juegos Panamericanos.
“Mi objetivo es seguir preparándome, buscar convertirme en atleta de alto rendimiento y buscar un lugar en Selección Mayor, mi tiempo de Universiada ya se terminó por lo que el objetivo es la mayor. Ya quiero dedicarle más tiempo al deporte, afortunadamente cuento con el apoyo de mis padres y mis hermanas que es fundamental porque sin eso no podría”.