Pequeñas quimeras II, un mundo mejor

*La compilación de 36 textos del periodista Édgar Ávila Pérez nos llevan a un campo casi imaginario de personas, historias, oficios, lugares, olores y formas que son, prácticamente, una quimera.

*Una lectura obligada en las aulas de las facultades de comunicación y de las nuevas generaciones de periodistas

Óscar Sánchez

Puebla, Pue.- Un paseo por profundos cañones de la Sierra Madre Occidental a bordo del mítico tren de pasajeros El Chepe; una mirada al micrositio huichol nayarita; y evocar recuerdos españoles en La Antigua, Veracruz, forman parte de los relatos que nos cuenta el periodista Édgar Ávila Pérez en Pequeñas quimeras II, crónicas y entrevistas periodísticas (AguArena, 2022).

Fiel a su estilo periodístico con toques literarios, nos retrata lo mismo la adrenalina en el cuerpo de la joven piloto poblana Alexandra Monhnhaupt; los sabores, colores y pasión de la prestigiosa antropóloga y cocinera veracruzana Raquel Torres; que las manos ágiles del artesano queretano de mimbre Martín Cruz.

Los 36 relatos en Pequeñas quimeras II, bajo el sello de la Editorial AguArena de Don Rubén Pabello Rojas,  son historias que merecían la permanencia del papel impreso, porque leerlas es entrar en un campo casi imaginario de personas, historias, oficios, lugares, olores y formas que son, prácticamente, una quimera.

“La Historia no la hacen sólo aquellos que están en el poder o quienes hacen los grandes inventos que revolucionan la ciencia o las artes, sino que la historia se conforma por la microhistoria que se crea y transcurre en las pequeñas ciudades, en los municipios, en las rancherías, en los patios de vecindad, en una jarana, en un nopal o en el rincón de un fogón”, describe Édgar.

Cada una de estas aventuras, preparadas para la agencia española Efe, El Universal México e Identidad Veracruz, nos muestran que el oficio periodístico de Ávila no tiene límites: retratar un árbol donde Hernán Cortés, según las leyendas, amarró sus naves; describir la colección más grande del mundo de arte pulquero; y realizar un viaje por una antigua botica.

“El lector de este segundo volumen se hará, de inmediato, una pregunta: ¿por qué en estos treinta y seis retratos no están los temas recurrentes de nuestro país en las últimas décadas: la violencia, la corrupción, la política, el narcotráfico, los feminicidios?”, se pregunta el autor.

El autor de Pequeñas Quimeras (AguArena, 2016), Veracruz Contemporáneo (IVEC, 2018) y La bestia faldera (AguArena, 2020), vuelve a sorprendernos con los relatos que ha ofrecido a sus lectores durante un par de años que forma parte la compilación.

Naturalmente -dice- no es ajeno a esos asuntos y en el resto de su trabajo periodístico tampoco lo ha dejado de lado, pero con esta serie de Pequeñas quimeras quiere dejar constancia de que no todas las quimeras son monstruosas ni vomitan fuego.

“Sino que las quimeras, producto de nuestra imaginación, también las podemos hacer reales, también son reales, están ahí y nos ofrecen un mundo mejor, vienen de nuestra innovación y nuestra tradición”, afirma.

Pequeñas quimeras II, un mundo donde todos tienen cabida desde Don Jesús el hombre que lleva décadas arreglando la vista; Erick el hombre pájaro se lanza por monedas en el malecón de Veracruz; Carlos Converso el talentoso titiritero argentino más mexicano que el nopal;  el artesano poblano de la cera Eugenio Méndez, quien murió en 2018; y el maestro del teatro Abraham Oceransky.

“Las Pequeñas quimeras que imagino –y he visto– son apacibles y hermosas, tienen ritmos festivos y formas alegres, son las quimeras que quiero compartir con ustedes. Ojalá también habiten su imaginación y les apetezca probarlas, escucharlas, verlas, visitarlas, saber de ellas y darles vida”, invita el periodista.

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