Estadio Cuauhtémoc, coloso de sueños

*Cumplió 53 años de ser escenario de partidos memorables, su pasto ha recibido a leyendas del futbol, y en sus tribunas han pasado miles de aficionados que se han enamorado y también desilusionado de su Puebla.

Antonio Zamora

Puebla, Pue.-  Cumplió 53 años de vida el orgullo del futbol poblano, la joya de la corona, el inmueble histórico que, como pocos en el mundo, ha recibido dos Mundiales y unos Juegos Olímpicos: el estadio Cuauhtémoc, el coloso de los sueños.

“Para mí fue impresionante el entrar al estadio, una experiencia indescriptible, hoy día lo cuento, lo imagino y veo esa imagen dentro de mi cabeza, recuerdo haber visto por dentro que el estadio estaba gigantesco, eso tal vez es el recuerdo más bello que tengo hasta ahora en mi vida, era como un sueño”, dice Óscar Amitt, un ferviente aficionado del Puebla quien por muchos años viajaba entre ida y vuelta hasta cuatro horas desde Tecamachalco, municipio ubicado a 70 kilómetros de la ciudad de Puebla.

Y como Óscar, quien posee una colección de más de 70 jerseys del Puebla, son muchos los que tienen grabado en su mente la primera vez que entraron al inmueble ubicado al norte de la capital poblana, encumbrado en la colonia Maravillas, ese que fue inaugurado el 6 de octubre de 1968 con una doble cartelera de partidos amistoso, la visita del América a un Puebla que todavía deambulaba en Segunda División, y la presentación estelar de la Selección Mexicana ante Checoslovaquia.

Desde las 5:30 de la mañana se hicieron las filas alrededor del coloso poblano, la emoción invadía a los aficionados por conocer su nueva casa, y una de las que estuvo ahí fue María Elena Judith Lara Martínez, mejor conocida como Doña Male, quien a sus más de 80 años de edad, ve y siente al Cuauhtémoc como algo suyo.

“El estadio Cuauhtémoc es como si fuera mi casa, cuando no dejaban entrar por la pandemia lo extrañé mucho, bueno extrañé todo, el equipo, los colores, los jugadores, porque somos una familia. Primero dios me dé más fuerzas y otro poquito de vida para seguir viéndolos”.

Con poco más de medio siglo de vida, el Cuauhtémoc, que le debe su nombre a la cervecería que ayudó en gran medida a financiar su construcción, ha sido escenario de partidos memorables, su pasto ha recibido a leyendas del futbol, y en sus tribunas han pasado miles de aficionados que se han enamorado y también desilusionado de su Puebla.

Y uno que vivió en carne propia el rugido del estadio fue Arturo Cañas, miembro de ese Puebla campeonísimo que en la temporada 1989-1990 logró el título de Copa y de Liga, este último luego de ganar la final ante Leones Negros que tuvo su vuelta en el inmueble poblano que hizo un recibimiento inolvidable a sus jugadores.

“En la final de ida obtuvimos un buen resultado y ya en Puebla recuerdo que salimos del hotel cerca de las 5 de la tarde, el partido era a las 8, y cuando llegamos al estadio Cuauhtémoc estaba a reventar, la gente ya esperando con ansias y nosotros también para jugar la final. Cuando se nos dio el triunfo fue algo muy padre, recuerdo cuando Bonifacio (Núñez) agarró el balón y dio el silbatazo final, comenzamos a festejar, soltaron los fuegos pirotécnicos, dimos la vuelta olímpica, el estadio se volvió loco, esa noche no durmió Puebla, y es algo que todavía lo vivimos, lo tenemos aquí en la mente”.

Con dos remodelaciones en su haber, la más reciente terminada en 2015, el Cuauhtémoc es el quinto con mayor aforo en México gracias a sus 47,500 asientos disponibles para la afición, pero más allá de eso, es la casa del dos veces campeón de Liga, el club Puebla, es el coloso de los sueños para los poblanos que cada que entran se siguen sorprendiendo como la primera vez que lo conocieron.

 

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