Tepeaca y su santuario de sanación

*En la Parroquia de San Francisco en Tepeaca, casa del Santo Niño Jesús Doctor de los Enfermos, cientos buscan acabar con dolencias y enfermedades

Jaime Carrera

Tepeaca, Pue.- En una vitrina al interior de un santuario al Santo Niño Jesús Doctor de los Enfermos se le sonrojan sus mejillas. Un milagro está por hacerse realidad. Sin importar el lugar o la persona, en Puebla, México o en otra latitud del mundo, un enfermo está por sanar.

El dolor, la angustia y la incertidumbre están por cesar, la respuesta: la fe. Una fe imposible de derribar, una fe arraigada en el municipio de Tepeaca, esa fe afianzada en aquellos que con una oración piden por la salud, por la vida de sus seres queridos.

A las afueras de la capilla lateral de la Parroquia de San Francisco en Tepeaca, la vida parece transcurrir con normalidad, pero al interior hay gente que suplica, que exclama, que pide que una enfermedad acabe, suplica porque acabe el sufrimiento de su padre, madre, hija o amigo.

Y un juguete es el regalo que cientos, que miles de creyentes llevan a ese Niño Jesús, para que su petición sea cumplida. En Puebla, la fe se hace presente y los milagros se cumplen, a la par del giro de un rehilete con un suspiro de por medio.

En las bancas, frente a él, arrodillados o de pie, están aquellos que con un rezo aclaman piedad y exigen la presencia de Dios. Y allí está el Niño Jesús de los Enfermos, que tras palidecer sabe que hay un milagro por cumplir, que sabe que hay una familia sin respuestas, sin esperanza alguna. Pero de pronto, todo mejora y las pruebas están al pie de una fuente.

Los milagros tienen su origen allá por el 1942, un 5 de mayo, cuando se inauguró el hospital civil municipal de Tepeaca, en presencia del presidente Manuel Ávila Camacho, en aquella fecha, la escultura de ese pequeño Niño, comenzó a forjar un legado de creencia. Fue la hermana María del Carmen Barrios, quien llevó la imagen al municipio; después, la tepeaquense Trinidad Flores, tras el fallecimiento de María en 1963, llevó al Niño a la Parroquia de San Francisco de Asís.

Con apenas 12 centímetros de alto, el Santo Niño Jesús Doctor de los Enfermos es visitado por decenas de cientos de creyentes cada año, quienes lo veneran para pedir por la sanación de las dolencias físicas de sus seres amados, sobre todo, el 30 de abril, cuando los juguetes son entregados y otorgados como ofrenda para una sola cosa: ver sanar a quien por azares de la vida padece una enfermedad sumamente difícil de superar.

El resto de la historia de su arribo a Tepeaca refiere que en 1942, cuando el alcalde en turno acondicionó una parte contigua del Palacio Municipal para convertirlo en el hospital del municipio, el funcionario eligió a cuatro hermanas de la congregación Josefina para ser enfermeras, una de ellas, justamente, María del Carmen Barrios, a cuyo lado, siempre, se mantuvo la estatuilla del Niño Jesús, hoy referente de la vida religiosa de Puebla.

También se sabe, de acuerdo con la narración oral de los tepeaquenses que, la imagen fue obsequiada a María por parte de sus padres, quienes la habrían adquirido en Cuba. A partir de ese historial de sucesión del Niño Jesús, actos milagrosos ocurrieron en el hospital municipal e, incluso, ya dentro de la vitrina, las anécdotas señalan las travesuras de escaparse y regresar al santuario como si absolutamente nada hubiera pasado.

Diversos historiadores refieren que, uno a uno, los milagros ocurrieron y paulatinamente el Santo Niño Jesús Doctor de los Enfermos se arraigó entre la población de Tepeaca y, en general, entre los poblanos y mexicanos. De hecho, el 19 de abril de 2019, en Semana Santa, se registró un día y jornada inolvidable, pues la imagen, por primera vez, arribó a Puebla capital para ser parte de la XXVII Procesión de Viernes Santo.

“Pero si me pides que con la enfermedad comparta tus sufrimientos, haz que la sobrelleve con paciencia; resignación y alegría…”, dice parte de la oración al Santo Niño Doctor, la cual es constantemente repetida en su altar, antes de dejar una limosna y un juguete en un jardín en donde el Niño Jesús se despide de sus creyentes, cuando la gente, pide una última plegaria por la salud de sus enfermos.

Los días pasan, la gente enferma se recupera y su convalecencia queda atrás, y ahí es cuando regresan ellos, los que con una oración aclaman por la vida de sus seres amados, quienes lloran e imploran por un futuro benigno para quienes se encuentran en los hospitales, con una fe que los mantiene de pie y que cada año los llevará a dejar un juguete en el templo del Santo Niño Doctor, quien mantendrá viva la fe de sus creyentes.

 

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