Barro bruñido de visita en Puebla

*Desde la comunidad de los Reyes Metzontla, Isabel Cortés nos trae la herencia milenaria forjada por sus antepasados en una localidad enclavada en el valle de Zapotitlán Salinas

Jaime Carrera

Puebla, Pue.- El barro convertido en arte ha acompañado a Isabel Cortés durante toda su vida. De manera profesional desde los 15 años, pero los recuerdos iniciales del manejo del material datan de su infancia, de aquellos años cuando sus padres y abuelos la hicieron parte de la herencia milenaria forjada por sus antepasados en una localidad enclavada en el valle de Zapotitlán Salinas.

En esta ocasión, en su visita a la ciudad desde la comunidad de los Reyes Metzontla, ubicada a unas tres horas de la capital del estado, la acompañan una cazuela, una jarra, vasos y otros utensilios de cocina, los cuales son tan sólo una pequeña muestra del talento de esta mujer que orgullosa de sus tradiciones convoca a la gente a visitar el majestuoso pueblo del barro bruñido.

En Metzontla la vida de sus habitantes prácticamente transcurre de la misma manera: con, desde y por el barro. No hay hogar en donde no se enseñe a manejarlo, pulirlo y respetarlo. Los niños y niñas juegan el barro y ello los conecta con lo primigenio, con el origen de un pueblo que lejos está de olvidar la conexión de la mente con el corazón para elaborar laboriosas piezas brillosas.

Isabel no es la excepción a la regla, también respeta al barro y su legado. En una mesa exhibe y presume cada uno de sus utensilios y con cada una de las descripciones que hace evoca imágenes, sensaciones, olores y sabores: rememora experiencias. De pronto, en el plato que elaboró se puede imaginar una pieza de pollo bañada en mole y en una cazuela, unos frijoles negros de olla.

El barro es tierra, es vida. El barro es curativo, de ahí, que quien lo elabora tiene una conexión única con el centro de su cuerpo y no se enferma, refieren los dichos de habitantes de Zapotitlán Salinas quienes dejan cuerpo y alma en cada una de sus piezas, pues además de preservar su legado artesanal, utilizan esta técnica de alfarería ancestral como método de subsistencia.

Para el acabado de las piezas se frota su superficie ya sea con los dedos, palos, piedras, huesos o semillas, según la localidad o región del estado y el país, pero en el caso de Isabel es la piedra de cuarzo lo que le da la resplandeciente brillo a cada una de sus artesanías que lo mismo sirven para contener un café de olla caliente o un exquisito mole de caderas, plato típico de la región.

Debido al clima semiárido por zonas y el cerril terreno que predomina en el valle de Zapotitlán, la alfarería es la principal fuente de ingresos de los habitantes de comunidades como los Reyes Metzontla. La cosecha es casi inexistente y los utensilios de barro bruñido representan una moneda de cambio en trueques para adquirir alimentos y otro tipo de insumos o materiales.

Fruteros, cazuelas, ollas, botellones, jarrones y lo que se pueda imaginar, cada pieza lleva un proceso metódico y sumamente cuidado, en donde las emociones juegan un papel muy importante, de no estar conectado con el barro, el alfarero no culmina su producto y se quiebra. Así es, el barro se enoja con facilidad, pero cuando todo fluye emergen todas unas obras de arte.

Concentración, en eso se resume el arduo proceso de elaboración de elementos de barro bruñido. La alfarería siempre requiere de paciencia, pero también dedicación, repetición y trabajo diario, y de eso saben mujeres como Isabel que junto con sus paisanos en los Reyes Metzontla ponen el alto el nombre de toda una región que está ávida de presumir al mundo el barro poblano.

 

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