*A las afueras del Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec (CENHCH), cientos de personas disfrutan de pelonas, jarochitas y tostadas
Jaime Carrera
Puebla, Pue.- De uno a uno, o en grupo, la gente comienza a llegar a su establecimiento cada día: padres y madres de familia con sus hijos, repartidores de refresco o productos lácteos, así como trabajadores de la zona en la colonia El Ángel, aledaña a barrios antiguos como Analco y los primeros cuadros de la grandiosa Ciudad de los Ángeles.
Ajetreada, activa y siempre al pendiente de cada cliente que llega a su negocio en la 11 Oriente, es como se observa cada mañana a la señora María Mercedes, quien desde hace 14 años se ha dedicado a la venta de antojitos mexicanos a las afueras del Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec (CENHCH).
De manera rápida, sin titubear y con un proceso de elaboración de molotes compartido por su suegra y perfeccionado con el paso de los años, la señora María está al pendiente de la preparación de varias cosas a la vez: pelonas, jarochitas y tostadas, y junto a ella, su esposo, Emilio Muñoz, vigila los alimentos sumergidos en el aceite caliente.
Sin importa la hora del día, es común ver a esta mujer mover rápidamente sus manos: agarrar una bolita de masa, extenderla, agregar un relleno, afinar la forma de molote y echarlo al aceite hirviendo. Su amplia experiencia en la elaboración de comida es evidente y de ello sabe la gente que no la deja de visitar por lo menos una vez a la semana.
Elegir un relleno para sus molotes también representa una encrucijada, aunque los más demandados son los hawaianos y de tinga, hay clientes que se van por lo tradicional y se devoran en unas cuantas mordidas los que son de quesillo, papa, requesón, salchicha, chicharrón, huitlacoche y champiñón, cada uno con su peculiar sazón.
Su oferta gastronómica podría parecer la de cualquier otro puesto en medio de la amplia oferta de la capital poblana, pero lo que destaca a María es su amabilidad y una sonrisa que se identifica aun con un cubrebocas en la parte baja de su rostro. Aunque también su fama se debe al precio que ha mantenido: a 10 pesos cada uno de los antojitos.
Una vez terminado un antojito, se avecina una de las decisiones más difíciles al visitar a este matrimonio en su negocio: la elección de una salsa, pues la oferta va desde las típicas roja y verde, pero se complementa con otras opciones que son la martajada, de habanero o chipotle. Es así como cada cliente se va más que satisfecho y decidió a volver.
Ni el cierre de las escuelas por la pandemia de Covid-19 ha detenido a la señora María Mercedes, pues aunque su clientela disminuyó significativamente con la pausa de las clases presenciales, siempre hubo alguien que decidió visitarla, y es a esa misma gente a la que por agradecimiento, aún mantiene sus costos accesibles y acordes a la crisis.
Así transcurre la vida comercial a un costado del CENHCH, con personas como María, que entre masa friéndose, gente haciendo pedidos y otros más, chupándose los dedos, continúa haciendo amistades, sobre todo, por su eterna amabilidad y don de servicio, pues cada cliente recibe atención especializada y un fraternal saludo, que los deja satisfechos.