*El templo ubicado en San Andrés Cholula fue locación para una de las escenas de la película “Enamorada”, protagonizada por María Félix y Pedro Armendáriz
Carolina Miranda
San Andrés Cholula, Pue.- La sinergia entre los azulejos amarillos y verdes con la talavera y el rojo del ladrillo, crean un mosaico multicolor que hace vibrar el templo de San Francisco Acatepec.
Los rayos del sol rebotan sobre la fachada con columnas estípite y crean destellos multicolor que son posibles de ver desde la vialidad de doble sentido que separa al espectador del templo en San Andrés Cholula, una de las cholulas.
Un arco mixtilíneo da la bienvenida a un enorme atrio octagonal. El trayecto hacia la entrada es largo, probablemente ideal para el camino nupcial de un par de novios que decidieron unir su vida en el lugar.
Tal vez por ello, el director de cine mexicano Emilio Fernández escogió este santuario como locación para una de sus escenas de la película “Enamorada”, la cual fue protagonizada por María Félix y Pedro Armendáriz. Sería la primera producción en la que colaboraría la actriz y el productor.
Pero detrás de las jardineras también existe la muerte, tumbas ocultas en el pasto que datan de los siglos XVII y XVIII, la más antigua es de 1887. Algunos mausoleos tienen flores frescas, pero la mayoría están olvidados, cubiertos por el musgo de la tierra y el tiempo.
La entrada del templo recibe a los feligreses con un mosaico verde y amarillo en honor a San José y talavera blanca y azul por la virgen María. Un ave y un cordero, que simboliza a Cristo, se posan entre un marco de flores elaboradas con cerámica.
El estilo barroco predomina en la iglesia, una de las primeras en construirse en la región y aunque se desconoce la fecha exacta en la que se edificó, se cree que fue alrededor de 1730, cuando la orden franciscana se disponía a crear un pequeño convento.
No debe extrañar que las figuras en piedra de cantera de San Antonio, San José, Santo Domingo y San Juan Nepomuceno sean las guardianas del templo, el cual toca el cielo con una cruz de hierro y la Santísima Trinidad en su parte superior.
Dos mujeres españolas salen del templo, asombradas por la belleza del amarillo que prevalece al interior. Se debe al color dorado de los relieves y los retablos barrocos tallados en madera y policromados con la técnica de estofado que da la apariencia de tener piezas bañadas en oro.
Pero no siempre fue así, pues en 1939 un incendió consumió la mayoría de los detalles, que fueron restaurando durante 25 años por la familia cholulteca Pantle, experta en yesería. Se basaron en los documentos fotográficos de Guillermo Kahlo y Gerardo Murillo.
Su trabajo artesanal queda demostrado en la estrella de 16 picos con querubines y figuras femeninas en el techo de la cúpula. Representa la unión entre Santo Domingo y San Francisco.
Pero es solo una muestra, pues todo el interior del templo está cubierto de ellos, además de diversos santos como San Gerónimo, Santo Tomás de Aquino, San Gregorio, entre otros. Cómo debía de ser, en el nicho principal se encuentra San Francisco de Asís, el patrono del templo.
Probablemente los que más atraen la atención, por ser un detalle peculiar dentro de una iglesia, son los cuatro espejos que se encuentran en las paredes laterales, los cuales representan la historia, la naturaleza, la ciencia y la moral.
Los detalles impactan al ojo humano, lo que prolonga la estancia más allá del rezo pues son los acabados tan perfectamente elaborados que le han valido convertirse en una joya del municipio visitadas por turistas poblanos y extranjeros.