El paraíso de las telas

*Los amantes de la telas, maravillados, recorren de arriba a abajo “El Puentecito”, emblemático negocio de venta de telas fundado hace 70 años

Jaime Carrera

Puebla, Pue.-  Largas filas de rollos de telas inundan de colores y texturas del inmueble de la 6 oriente número 1402 en el Centro Histórico de Puebla. Así ha sido desde hace 70 años, cuando el matrimonio de Doña Josefina Palacios y Don Miguel Cordero, decidieron comenzar el legado de Telas “El Puentecito” que los mantiene como líderes en el sector.

Caminar entre los pasillos y espacios del imponente y esquinado inmueble pintado de rosa, inaugurado en 1951, es hacerlo entre todo tipo de telas: para vestir, de cortina y tapicería, así como con accesorios para las diseñadores de moda, costureros y sastres, y para todo aquel que por trabajo, pasión o hobbie busca confeccionar de cero una prenda.

Bordado, chiffon, forro, lino, lycra, manta, paño, raso, rayón, satín, shantung, tergal y tul, cada rollo con su peculiar textura desencadena infinidad de modelos y diseños de ropa para los amantes de la telas que, maravillados, recorren de arriba a abajo el emblemático negocio que carga toda una historia detrás, desenvuelta en la zona fundacional de esta ciudad.

Han pasado siete décadas desde que la historia de este “paraíso de las telas” comenzó, en aquella época cuando el río San Francisco aún era uno de los puntos neurálgicos de la vida de los poblanos, con una cuenca que fungía como la de mayor abastecimiento de agua para la Ciudad de los Ángeles antes del 1960, cuando comenzó el proyecto de su intubación.

“Mi familia inició este negocio, no fue aquí, fue enfrente, posteriormente se cambiaron aquí, a la parte de la 14-16 Oriente, que es la matriz y hace 30 años decidimos hacer este comercio un poquito más grande y así es como sucedió, mi papá y mi mamá, bueno, sus padres, fueron los iniciadores de este negocio”, refiere Aarón Cordero, actual encargado del lugar.

Telas “El Puentecito”, no sólo es un referente en el sector, sino que también fue partícipe de la acelerada transformación de una ciudad como Puebla, donde convergieron históricamente habitantes originarios de barrios como El Alto, La Luz, Los Remedios y San Francisco, y donde ahora pareciera que poco a poco se extingue esa llama de identidad.

De la zona, desapareció el “puentecito” que le dio su nombre a esta empresa familiar y paulatinamente con la expansión de la ciudad en las periferias norte y sur, las vecindades comenzaron a vaciarse, allí son palpables los cambios y el crecimiento del comercio local y regional, aunque todavía se mantienen costumbres, necesidades y aspiraciones de sus habitantes.

“Creo que tenemos de las mejores clases de telas y un surtido extenso de tapicería, así como en decoración para cortinas y telas de vestir”, sostiene Aarón cordero, en medio del ajetreo matutino de su negocio, donde las hábiles manos de sus colaboradores, manejan cada rollo tan sutilmente, cada trazo, cinta métrica y tijeras que cortan y una otra vez.

En otra parte, se dan las consultas para los servicios de tapicería, mantelería y confección de sábanas, por parte de especialistas que, incluso, son recibidos por la familia Cordero que mantiene habilitado un directorio de costureros, modistas y diseñadores de moda, para quienes quieran poner sus habilidades a disposición de los clientes.

Pero también está el área de mercería con infinidad de bies, botones, cierres, copas y hombreras, listones, pedrería e hilos de todos los colores, hasta para el más exigente visitante, en un lugar que sigue forjando un legado comercial y que seguirá acumulando más años y décadas de existencia, a la par de la pujante transformación de Puebla.

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