*Envuelto en leyendas, la figura religiosa suele estar rodeado de juguetes, cartas y veladoras, testigos de los milagros
Guadalupe Juárez
Puebla, Pue.- Cuenta una leyenda que un Niño Dios tenía ojos verdes de vidrio, un ladrón pensó que eran esmeraldas y al intentar arrancarlos con una daga, la escultura comenzó a sangrar. Para ocultar lo que había hecho, el hombre enterró la imagen y un día un indígena la encontró y lo regresó al templo.
Una de las tantas historias pasadas de generación en generación que buscan explicar por qué una figura religiosa no tiene ojos y en su lugar hay marcas de supuesta sangre.
La figura era de una monja capuchina en Morelia, pero llegó a Puebla como un regalo a un sacerdote encargado del templo de Las Capuchinas y desde ese día es considerada una de las más milagrosas. El Niño Cieguito suele estar rodeado de juguetes, cartas y veladoras que colocan los fieles.
Las leyendas surgieron por su peculiar condición desde el Templo de las Capuchinas, ubicado en la calle 16 de septiembre 902, templo en el que se resguarda la imagen del siglo XVIII , considerado patrón de las personas con discapacidad visual o aquellos que tienen enfermedades de la vista.
Hay otra leyenda que lo rodea: un hombre que no tenía fe y que cuando la figura se encontraba en el convento de la Merced, en Morelia, al llover se protegió del agua en el templo. Al estar ahí adentro, arrebató al niño Jesús de una figura de Nuestra Señora de la Merced, se lo llevó y comenzó a desmembrarlo, le quiso quitar las piernas y los brazos, por lo que la imagen derramó lágrimas de sangre, por lo que le arrancó los ojos y lo abandonó.
Una más que la rodea es que en 1944, dos asaltantes en Morelia, en ese entonces Valladolid, vieron que en sus ojos tenía diamantes y al ser el único objeto de valor se lo quisieron llevar, aunque un fraile los descubrió y al impedir el robo, fue herido de muerte.
El pueblo al darse cuenta del robo, detuvo a los ladrones y fueron linchados en la plaza pública. Sin embargo, la imagen desapareció.
El fraile tenía una hermana en Puebla que era monja en el convento de las Capuchinas y al enterarse de su muerte, lloraba sin consuelo, cuando en su repisa apareció la imagen del niño sin ojos y de esos agujeros salían lágrimas de sangre.
Así, se dice que la hermana tomó la imagen y la llevó a la iglesia para que las oraciones de los fieles lo ayudarán a calmar su llanto.
La mayoría de los milagros que le atribuyen son de salud de los niños y es una de las imágenes poco conocidas de la ciudad de Puebla.