*En Los Fuertes, en 10 mil 500 metros cuadrados de exhibición, cuatro fabulosas salas con el cosmos, el Big Bang, enormes dientes afilados y la humanidad
Carolina Miranda
Puebla, Pue.- En una semi oscuridad, el cosmos se asoma tímidamente, el principio del universo en el Big Bang, organismos unicelulares, enormes monstruos de dientes afilados y la creación del ser humano.
La enorme boca del tiburón “Carcharocles Megalodón”, sumerge a un espacio que alberga indicios del origen del universo y de la vida misma, en una exploración de miles de millones de años.
En lo alto del cerro donde se libró la Batalla del 5 de Mayo, un recinto que muestra la evolución y todo lo que nos rodea: Museo de la Evolución Puebla con más de 10 mil 500 metros cuadrados de exhibición, distribuidos en cuatro fabulosas salas.
El planeta tierra, desde sus organismos unicelulares del periodo Arcaico, especies animales, hasta el calentamiento global, responsabilidad humana y los cambios de temperatura mundial.
Un túnel irregular, sacado de un filme futurista, entre luces que van y vienen, muestra el origen del universo big bang y la era paleozoica; y se llega a varios meteoritos, aquellos que cayeron en la tierra hace miles de años y terminaron con la vida de diversas especies para dar lugar a la Tierra como la conocemos.
Ejemplares de peces y crustáceos se encuentran en galerías multicolor que recrean el lugar donde habitaron. Enormes e impresionantes: inimaginable vivir en aquellos años entre el miedo, la fascinación y el deseo de verlos vivos parece inevitable. Un sueño que se ve cumplido cuando una pecera circular se posa casi al final de la galería donde dos de ellos navegan para complacer al ojo y a la curiosidad.
Un cocodrilo que se posa encima de las rocas muestra la siguiente galería. Y entre el verde y dorado de sus escamas, fácil olvidarse de sus afilados dientes que sobresalen de su mandíbula. Sostiene la mirada al mismo tiempo que mueve sus extremidades para dejar pasar a una de las dos tortugas que nadan en el agua entre varios peces casi imperceptibles a la vista.
Los gigantes del Mesozoico son la siguiente parada. Los esqueletos de dinosaurio le hacen honor al nombre. Son tan altos que superan fácilmente cualquier árbol de Los Fuertes, con las bocas abiertas y los dientes afilados. Al mismo tiempo piensa si hubiera sobrevivido a aquellos años donde ellos dominaban el planeta y decidían el destino de la raza humana.
De repente un nombre se hace conocido, el “Quetzalcoatlus Northropi”, llamado así por la deidad azteca, la famosa “serpiente emplumada” que ahora tiene forma de dinosaurio. El ejemplar fue la criatura voladora y carroñera más grande que ha existido en el planeta. Llegó a medir doce metros y pesaba entre 65 y 90 kilos, sus restos fueron encontrados en Texas, Estados Unidos.
No solo nuestro vecino tenía la grandeza de los dinosaurios, en México el primer registro de fósiles fue realizado en Coahuila y Tamaulipas. Los más comunes que han sido encontrados en nuestro país son los hadrosaurios o “pico de pato”, reptiles herbívoros que poblaron la Antártida, Asia, Europa, Norteamérica y Sudamérica. Los más grandes fueron localizados en Oaxaca y se trata de los dinosaurios de cuello largo.
Un “Triceratops”, un dinosaurio herbívoro con tres cuernos que ha sido plasmado en películas y caricaturas como un animal noble. La réplica es un ejemplo fiel de la representación. Sus ojos parecen mirar a donde quiera que te desplaces pero no con un instinto asesino, sino con una mirada generosa a pesar de su corpulento e intimidante cuerpo.
Subir una enorme rampa que deja sin aliento, se llega a la sala tres: “cenozoico, la expansión de los mamíferos”. Un león y un mamut dan la bienvenida. Apenas se sale del asombro de ver dinosaurios y se topa con un bisonte americano, uno de los pocos animales, probablemente el único, que soporta las tormentas en lugar de huir de ellas. Además, es una de las pocas especies que aún podemos admirar en las reservas protegidas.
El Museo de la Evolución es un mundo que no conocimos pero que ahora podemos admirar gracias al recinto que nos recuerda que no estuvimos solos en este planeta.