*La pugilista cuenta con doce peleas en el ámbito profesional, con combates incluso en el extranjero, además de estar ranqueada en el tercer lugar a nivel mundial
Antonio Zamora
Puebla, Pue.- Debajo del ring es ‘La Bonita’, pero cuando suena la campana se convierte en una verdadera guerrera porque Gabriela Sánchez pone en cada puño sus sueños de ser campeona del mundo, pero también sus ganas de salir adelante y ofrecerle un mejor futuro a su hijo.
Gaby es una boxeadora con foja de doce peleas en el ámbito profesional, con combates incluso en el extranjero, además de estar ranqueada en el tercer lugar a nivel mundial y el segundo en México dentro del peso Súper Mosca.
Durante su adolescencia, el deporte y ella nunca tuvieron una relación cercana hasta que, a los 16 años, se puso por primera vez los guantes, se colocó la careta, el protector bucal y se subió al ring a tirar golpes.
“Antes del boxeo no había practicado ningún deporte, pero cuando mi papá me llevó al gimnasio decidí quedarme a entrenar y a los tres meses me invitaron a participar al torneo de barrios y de ahí a Olimpiadas Nacionales. Estuve participando desde 2012 al 2015, gané medallas de plata y bronce, luego me embaracé y paré un tiempo, pensé que ya no podría entrenar porque mucha gente comentaba cosas negativas, que ya embarazada y con un hijo no podría seguir, que tenía que hacer otras cosas”.
Por su embarazo a los 20 años de edad, muchas voces le susurraron que su carrera en los cuadriláteros se había terminado, pero les soltó un gancho a los prejuicios y los mandó a la lona, porque apenas unos meses después de haber dado a luz, se estaba poniendo los guantes de nuevo.
“En el tiempo que dejé el box me di cuenta que era algo que quería y que me apasiona mucho entonces decidí volver a entrenar a los tres meses de haber dado a luz, pero ya con la idea de convertirme en profesional, entonces el primer paso fue llevarme a ver las peleas que estaban haciendo profesionales al punto de ya considerarme como peleadora suplente por si alguien no llegaba”.
Ella no estaba dispuesta a dejar un deporte que le ayudó a combatir uno de sus peores rivales, el bullying, ese que la azoró al entrar al bachiller, pero el que a su vez le dio la fortaleza para afrontar sus miedos.
“En el boxeo comencé porque sufrí de bullying cuando iba a pasar a bachiller, el detonante fue una vez en la calle una persona se me acercó y me quiso tocar, yo no sabía qué hacer, eso me hizo pedirles a mis papás que me llevaran a aprender un deporte de contacto y fue cuando mi papá se decidió a llevarme a practicar boxeo, y desde el primer momento me gustó mucho porque cuando llegamos al gimnasio estaba haciendo sparring y me llamó la atención”.
Y es que el boxeo le ha dado otro rumbo a su vida, pues ha peleado en diferentes partes de la República, ha tenido sinodales de prestigio, pero sobre todo le ha ayudado a trazar una ruta y marcar un objetivo, el ser campeona del mundo.
“Mi sueño es ser campeona mundial, demostrarme que yo misma puedo cumplir mis sueños y objetivos porque las mujeres tenemos con qué, nosotras podemos, tenemos fuerza y valor de salir adelante, mucha gente no toma en serio el boxeo femenil, pero no se ponen a pensar que nosotras también subimos y arriesgamos nuestra integridad y nuestra vida, que un golpe mal puede afectarnos, pero ahí estamos, eso creo que no se valora como se debería”.
Mientras sigue dando pasos hacia el sueño, su vida se divide entre su hijo, su profesión como diseñadora gráfica y el boxeo, pero ella es capaz de aguantar ese trajín. Se despierta desde muy temprano para alistar a su pequeño para que entre a sus clases, y después comienza sus labores en el trabajo, cerrando el día en el gimnasio.
“Es complicado porque no solo es ser boxeadora y mamá, también soy diseñadora gráfica, tengo que pararme temprano, ir a correr, estoy diciendo que me paraba a las 5 de la mañana, regresar y preparar a mi hijo para la escuela, luego el trabajo, ayudar aquí en mi casa, después entrenar un poco, pero todo eso siempre lo he sacado adelante porque mi mamá siempre me ha apoyado, mi familia siempre ha estado al pendiente de nosotros y han sido un motor para mí”.
Una de las frases celebres de Michael Jordan es: ‘No dejes que el éxito se te suba a la cabeza ni que el fracaso te llegue al corazón’, y Gaby la ha entendido a la perfección, porque ante cada tropiezo ella encuentra una motivación y su éxito no la ha alejado de la humildad que siempre la caracterizó y que ha convertido en su base para seguir trascendiendo.