* El 27 de enero de 2020 será un día que Cris jamás olvidará, esa fecha debutó como árbitra en un Toluca vs Cruz Azul de la Liga Femenil MX
Jaime Carrera
Puebla, Pue.- Es domingo por la tarde, después del año 2000 y se acerca una edición más del clásico joven del fútbol mexicano y en un hogar poblano, una pequeña familia termina de comer y prepara la botana para el partido entre América y Cruz Azul. Los gritos y porras están por venir.
El papá, aficionado de La Máquina, los dos hermanos y la mamá: americanistas de hueso colorado. También se avistan las caras largas y los abucheos, pero al final recuerdos de una joven mujer que unos cuantos años después pasaría de espectadora a mediadora en el terreno de juego.
La primera vez que Ana Cristina Guarneros sostuvo un balón de fútbol entre sus manos fue, quizá, a los cinco años, en aquellos partidos familiares entre primos, para después en la primaria y secundaria, elegir ese deporte como uno de sus preferidos, el que le gustaba practicar.
Ya en un partido de fútbol llanero, en una colonia de la capital poblana, a sus 13 o 14 años, Cris recibió su primera amonestación. Esa tarjeta amarilla, sin saberlo, marcó un antes y después en la vida de la joven mujer que hoy está haciendo historia en su estado y el país entero.
Casi tres lustros después, Ana Cristina Guarneros, es una de las pocas árbitras profesionales del balompié mexicano y se ha convertido en un ejemplo de batalla, constancia, dedicación y sacrificio para poder llegar a una cancha, imponerse y dejar hasta la última gota de sudor en el césped.
A sus 27 años, Cris mira hacia atrás y observa un largo camino de tropiezos, desdenes y frustraciones, pero justo eso ha sido lo que la ha motivado a seguir adelante y alcanzar cada uno de sus sueños y metas, la mayoría inmersos en el apasionante y llamativo mundo del fútbol.
En esos partidos escolares o de ligas amateurs de secundaria y preparatoria, cuando ocupaba Cris el puesto de guardameta o defensa, por su mente, nunca pasó ser árbitra, es más, ni siquiera ponía la debida atención al papel que juega ese rol en las disputas de balones entre jugadores.
Las lágrimas provocadas por su primera tarjeta la marcaron de muchas maneras, pero la principal, es que en ella había despertado algo, un interés o un llamado, un respeto por la figura que durante 90 minutos puede llegar a ser la más odiada o amada en un partido de fútbol.
En medio de su historia, aparecieron los medios de comunicación, esas tardes de fútbol en la televisión, la llevaron a elegir la carrera de Ciencias de la Comunicación, con la que se abrió pasó entre micrófonos locales y la oportunidad de reportar lo sucedido en partidos a ras de cancha.
Tiempo después, en 2014 para ser más exactos, la BUAP fue sede de la Universiada, en su etapa estudiantil, Cris junto con otros compañeros fue convocada a participar en la gaceta de la competencia, allí se reencontró con árbitros, pues fue asignada a la cobertura del fútbol.
En esa etapa, Cris volvió a sentir otro llamado arbitral: la relación que mantuvo con los jueces de ese deporte, para pedir estadísticas precisas del partido, los minutos exactos de los goles o la información de los amonestados, además de compartía a los árbitros fotos de los partidos.
También tuvo un paso por el área de Comunicación del Club Lobos BUAP, donde conoció a compañeros del medio, aprendió a hacer crónica, a narrar partidos y a vivir otra faceta del fútbol, pero ella sabía que tenía que prepararse para poder hablarle a una audiencia.
En la Liga de Ascenso conoció a árbitros de categoría grande, y ese ámbito le empezó a llamar cada vez más la atención y fue cuando otro acontecimiento la marcó nuevamente: uno de los colegiados le regaló su primer libro de reglas de juego, ella sabía que era el siguiente paso.
Su primer acercamiento profesional con el mundo del arbitraje fue en el Colegio de Árbitros de Fútbol Asociación del Estado de Puebla, en marzo de 2016, tiene muy clara la fecha, pidió información, asistió a un primer día de charla informativa y tomó la decisión.
Algo, desde adentro, le decía que ese era su camino. Y la fecha llegó, después de semanas y meses de preparación, el 3 de julio de ese mismo año, le dieron su primera oportunidad: fue árbitra asistente en un partido de la Liga Ibérica en el Parque España al sur de la ciudad.
Allí, descubrió la verdadera presión de un árbitro, pero se dio cuenta que si trabaja podía vencer cualquier miedo, comentario negativo o discriminación por ser mujer. La valentía que caracteriza a Cristina le permitió escalar y posicionarse como un referente deportivo en Puebla.
Después de más partidos de ligas amateurs locales, su momento por fin llegó: la adrenalina estaba a flor de piel y su familia desbordó emoción y orgullo. El 27 de enero de 2020 será un día que Cris jamás olvidará, esa fecha debutó como árbitra en un Toluca vs Cruz Azul de la Liga Femenil MX.
Hoy en Puebla hay cuando mucho cinco o seis árbitras en categoría amateur, pero Cris, como ya toda una profesional, es representante de todas ellas, en un mundo difícil, en donde las cuestiones de género llegan a ser complicadas, pero en las que se ha desenvuelto la joven árbitra.
“Que tu género no sea barrera para no poder lograrlo, es un tema de igualdad de oportunidades, el mostrar a uno mismo que tenemos capacidad, que sí se puede, y que no nos dejemos llevar si una persona nos dice que no, en todas los ámbitos”, dice a los lectores de Identidad Puebla.
Es domingo por la tarde, la final de una copa del mundo, y la familia de Cristina aguarda en su sala, con botana, entre familia, están por ver a su hija alcanzar su más grande objetivo, ser una árbitra que participe en un torneo internacional, y para ello, habrá más esfuerzo, trabajo y dedicación.