* Sus ojos han visto caminar a miles de personas, ha sido espectador y partícipe de los días festivos, ha visto las cortinas de los locales subir y bajar
Guadalupe Vázquez
Puebla, Pue.- Su nombre es Don Demetrio Xolocotzi, trabaja todos los días a las puertas de la Catedral de la Ciudad de Puebla: sentado en las escaleras de piedra sobre la intersección de la 3 oriente y la 16 de septiembre de once de la mañana hasta las ocho de la noche, bajo el sol incesante, la lluvia y el frío. Ha visto pasar los años y a los poblanos detrás de su lente, ahora solo ve rostros indiferentes.
Cuando inició en el oficio pocos tenían una cámara, las fotografías eran memorias que se preservaban celosamente en papel, pero ahora todos tienen un dispositivo digital, ahora todos se han olvidado del arte de la fotografía, a pesar de que todo se mueve a través de imágenes.
Nació el 26 de noviembre de 1930 en Tlaxcala y en 1945 viajó a Puebla para buscar trabajo, lo encontró en la industria textil, a finales de la Segunda Guerra Mundial. Recuerda que Estados Unidos compraba todas las telas a México, pues sus jóvenes estaban en combate. Fue una época fructífera, pero con el conflicto terminado, también se vino abajo la producción y en 1970 fue una de las víctimas del desempleo.
Con la cámara en mano y unos cuantos consejos de un amigo, quien era fotógrafo profesional, se embarcó en la aventura de retratar a poblanos y turistas que acudían a la Plaza de Armas. El oficio le ha dado la oportunidad de conocer a muchos extranjeros, sobre todo asiáticos, lo atribuye a que llegan a la Ciudad de México y Puebla es el segundo destino a visitar en su recorrido por el país.
Sus ojos han visto caminar a miles de personas, ha sido espectador y partícipe de los días festivos, ha visto las cortinas de los locales subir y bajar y decenas de gestiones de gobierno entrar y salir. Probablemente si pudiéramos ver a través de sus ojos, veríamos un documental de la historia de Puebla, uno que la logrado retratar con su inseparable amiga: la cámara.
Recuerda que hace algún tiempo, cuando iba camino a casa, unos sujetos lo asaltaron, le quitaron lo único de valor que llevaba: la cámara. El coraje y la indignación se hizo presente en los poblanos, pero decidió no detenerse y mediante un sistema de pagos volvió a tener un equipo fotográfico.
Ella ha sido su fuente de ingresos, su compañera de vida y de batallas. Los fines de semana de veinte a treinta personas se acercaban para tomarse una foto. Sin embargo, con la pandemia de Covid-19, el número se redujo a la mitad. Los gastos son los mismos, pero no las ganancias.
Dos de sus hijos lo ayudan económicamente, en la medida de lo posible. Su tercer hijo padece una discapacidad y está al cuidado de su hermana. Su esposa falleció hace tres años, por lo que ahora vive solo.
Don Demetrio tiene la confianza que al terminar la pandemia los turistas vuelvan a Puebla, aunque no se aleja del panorama complicado, pues todos los días escucha la radio y el reporte de contagios y aunque no se ha inscrito para recibir la vacuna, espera que finalmente las dosis lleguen a la capital y sea candidato para aplicársela.
Anhela seguir celebrando más años de vida y más años de fotos, porque dice que “estudiar fotografía, es muy bonito, es muy extenso y nunca se acaba de aprender”.