Julio y el Patio de San Luis

*Silva Ramírez, cuyos apellidos han perdurado en el paso del tiempo y en la transformación del Centro Histórico a su vocación comercial

Guadalupe Juárez

Puebla, Pue.- Cuando Julio tenía 12 años fue el primer lavaplatos del restaurante de su familia, el Patio de San Luis, ubicado en el corazón de la ciudad, entre la 10 Oriente y 5 de Mayo del Centro Histórico de Puebla.

Julio Silva Rodríguez es ahora el encargado y el propietario del negocio que empezaron sus padres hace más de 26 años en el patio de una vecindad, a contraesquina del Colegio de San Luis y un parque al frente que lleva el mismo nombre.

“Mi historia de amor con El patio de San Luis es que había todos los trabajadores, menos el lavaplatos, entonces fui el primer lavaplatos de mi papá, entonces ese recuerdo es muy estrecho y siempre fui el hijo que quiso ayudar y para mí fue muy importante y es el mejor recuerdo de este negocio y es el empuje para seguir”, relata.

Julio es el menor de cuatro hermanos y el único que resguarda ahora las recetas familiares, la de su abuela y madre que va desde una sopa con un sabor singular e inigualable, hasta el mole poblano con el que suelen rellenar las hojaldras y la sazón en el tradicional mole de caderas.

Su historia se remonta al antiguo mercado de La Victoria, su abuela materna era comerciante de zapatos y su madre la ayudaba, fue así cuando su papá, originario de León Guanajuato, artesano y fabricante de calzado la conoció y se enamoraron.

Y entonces formaron una familia, la Silva Ramírez, cuyos apellidos han perdurado en el paso del tiempo y en la transformación del Centro Histórico a su vocación comercial.

Julio recuerda que cuando era niño el patio en donde ahora está su negocio y principal fuente de ingresos, una vecindad, en lugar de los papeles de colores que adornan su techo había tendederos con ropa de los inquilinos colgada.

Donde ahora están las mesas con sus comensales disfrutando de los platillos que preparan a diario, él jugaba. En la esquina, su padre instaló una zapatería, cuando en 1985, obligados por el gobierno municipal, los comerciantes del mercado La Victoria –ubicado en la 6 Oriente– tuvieron que trasladarse a otros centros de abasto.

Entonces, en esa esquina, en la que antes había una pulquería llamada la Giralda, su papá montó una zapatería que a la fecha sigue en pie. Y compraron con esfuerzos, la propiedad que ahora también es su restaurante.

El edificio ha pasado por diversas remodelaciones, la última y más importante, la reconstrucción de los daños ocasionados por la invasión francesa, cuando el Centro Histórico era un sitio de guerra.

Julio creció entre las paredes de esta casa, al terminar la escuela, caminaba varias calles desde el templo de San Francisco hasta el corredor 5 de Mayo, para llegar a hacer su tarea y luego ayudar a sus padres.

Cuando estudió la licenciatura en Administración Turística y dos especialidades en comida mexicana y cocina internacional, vertió todos sus conocimientos en el negocio familiar.

“A mí me apasionó quedarme en el restaurante, mi papá me dio la oportunidad de trabajar en otros lugares y darle la continuidad a este negocio, tener un negocio de comida y el servir”.

Julio guarda con cariño luna fotografía de cuando era niño, en ella se observa cuando lavaba los trastes, el primer puesto de trabajo del restaurante del que ahora es dueño.

El Patio de San Luis es de los pocos negocios que ha sobrevivido en el Centro Histórico por la pandemia de COVID-19.

 

 

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