La Reforma, Don Vicente y el legado zapatero

*El legado zapatero lo heredó de sus antepasados quienes vieron consolidado un negocio en 1925 a escasas calles arriba en lo que hoy es la escuela preparatoria Emiliano Zapata de la BUAP

Jaime Carrera

Puebla, Pue.- El tiempo parece detenerse cuando se conversa con Víctor Manuel San Vicente. La atmósfera se torna melancólica cuando se pone hablar de su trabajo y por momentos, el ajetreo y la acelerada dinámica social del centro de la capital poblana se frena de golpe.

A sus 86 años de edad, Don Víctor es uno de esos hombres hechos de roble por la fuerza que emana desde su interior. Desde hace 15 años, todos los días, sin fallar a su noble clientela levanta la cortina del local número 406 en la 6 norte: la afamada renovadora de calzado La Reforma.

Su infancia y juventud la vivió entre una amplia variedad de martillos, tenazas, sacagrapas, agujas, tijeras, mangos cuchillas y muchos hilos: fibras de todos los colores que avivan ese antiguo inmueble del Centro Histórico de la Ciudad de los Ángeles.

El legado zapatero lo heredó de sus antepasados quienes vieron consolidado un negocio en 1925 a escasas calles arriba en lo que hoy es la escuela preparatoria Emiliano Zapata de la BUAP. Allí comenzó todo, allí hace 94 años su abuelo fundó La Reforma.

“Mi padre tenía una fábrica de zapatos, después me dejó este negocio. Yo ya tenía noción de lo que eran los zapatos, veía, escuchaba, tuve muy buena época, ahora estamos si para llorar, ni modo, es mi única fuente de ingreso y tengo que conservarla y atenderla”, comenta.

Hasta hace un año, las tardes de Vicente estaban acompañadas del sonido de la trova y las guitarras del Barrio del Artista, así como la invitación de comerciantes a cientos de turistas a entrar a talleres de Talavera o comprar un dulce típico o artesanía local.

Pero últimamente la realidad que el octogenario ve desde esas sillas que datan de hace casi un siglo, se ha tornado distinta, una pandemia ha acorralado a su oficio, aunque previamente ya lo hacía una extraña manera de vivir: la de lo desechable.

Los años transcurren y las épocas cambian. Y la reparación de calzado pierde vigencia: hoy lo que se produce está ideado para descartarse rápidamente, ya sea por moda o porque los materiales no permiten una renovación, reconoce el señor Vicente.

Allá por la década de los setentas y hasta los noventas, todo era diferente, las manos de hasta 35 personas congeniaban para reparar hasta 300 pares de zapatos por día, hoy apenas cuatro empleados realizan 30 composturas o arreglos de calzado.

Eso no le baja el ánimo al icónico señor, él sigue yendo todos los días abrir su negocio y recibir con una sonrisa a sus clientes: los de antes y los de ahora, los nuevos y los que lo siguen buscando después de casi seis décadas de haber asumido la administración de La Reforma.

Sea cual sea la crisis y hasta después de un temblor, Don Vicente sigue dando horma y forma al calzado que el cliente le lleve y se niega a dejar morir su negocio que le permitió sacar adelante a seis hijas y el cual fue galardonado con el Premio Mercurio de mérito comercial.

“Por haber merecido la preferencia pública, expresada en forma directa por un amplio sector de esta ciudad (…) Se otorga a Renovadora La Reforma, como símbolo de popularidad y prestigio…”, se lee en una placa que cuelga de una de las viejas paredes.

Las fotos del antes y el después de la reparación de un par de zapatos que son posteadas en el perfil de Facebook de la renovadora hablan de esa transformación. En La Reforma también se renuevan las formas de llegar a nueva clientela

“Soy la tercera generación y yo creo que hasta aquí, porque cuando yo me muera, no tengo quien   tome el mando del negocio. A ver si hacemos una cooperativa o algo así para que mis empleados puedan administrar a La Reforma, que sigan trabajando”, dice.

Y los trabajos van desde la propia renovación y limpieza de calzado y artículos de piel: bolsas, chamarras, prendas de ropa y más, así como arreglo de maletas e interiores y exteriores de bolsas, siempre y cuando sean de cuero, recalca Vicente.

La pandemia acabará, tarde o temprano lo hará. La gente cantará en el Barrio del Artista, irá de espectador al Teatro Principal y ahí, a unos cuantos metros seguirán La Reforma y Don Víctor: fuertes y renovando el calzado de los poblanos.

 

 

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