*Casi en cada esquina del lugar, hay cremerías o casas donde venden tamales, esquites, “rusas”- micheladas pero sin alcohol- y jarritos de barro rellenos de un preparado con licor de caña
Juan David Castilla Arcos
Acajete, Ver.- Cada bocado de queso panela se desmorona en la boca y produce una sensación cremosa. Al sabotearlo es notoria la calidad de la materia prima; no es insípido, pero tampoco salado. Es utilizado con frecuencia en ensaladas, como una opción dietética.
El queso de hebra es suave, también es cremoso y se funde con facilidad, para quesadillas o para acompañar un pastel Azteca -preparado con tortillas, pollo deshebrado y salsa ranchera- a horno medio. También resulta perfecto combinarlo con chiles en vinagre para una sabrosa botana.
El queso fresco comercial comúnmente es granuloso, salado y muy húmedo; sin embargo, el de La Joya es de una consistencia más suave, firme y de un sabor ligero, idóneo para la comida y los antojitos mexicanos. Cuando lo asas, toma una consistencia esponjosa y delicada al paladar.
Figuras de fibra de vidrio, de más de un metro de altura, en forma de vaca y con sus respectivos colores, se esconden entre la niebla del poblado La Joya en las entrañas del municipio de Acajete.
A orilla de la carretera Xalapa-Perote, se percibe el olor a carnes asadas que proviene del merendero Darío, un negocio que durante decenas de años se ha dedicado a los placeres del paladar en la zona ganadera.
La desviación para acceder al pueblo está marcada por las letras turísticas de colores, donde se distinguen dibujos de rasgos que identifican a la zona, como la iglesia, las vacas, la carretera y el bosque y donde visitantes hacen una parada para tomarse la fotografía del recuerdo.
La localidad es considerada como la capital del queso por los mismos pobladores. El pueblo es habitado por productores locales que se dedican a la comercialización de leche, quesos, yoghurt, natas y cremas.
El lugar se encuentra a casi 2 mil 150 metros sobre el nivel del mar. En el trayecto, saliendo de la capital del estado, lucen extensos terrenos empinados donde las vacas llaman la atención de los viajeros.
El pueblo, ubicado a 24 kilómetros de Xalapa, unos 25 minutos en vehículo, suele registrar temperaturas inferiores a los 0ºC durante la temporada invernal, donde los árboles y el pasto amanecen blancuzcos por el hielo.
El bosque de niebla rodea a la zona urbana, donde los turistas pueden practicar senderismo o pasar una noche en bellas cabañas, para disfrutar el contacto con la naturaleza.
Las piezas en forma de vaca se sostienen de pie sobre algunos techos en las viviendas, como una señal que indica los puntos donde se comercializan los productos lácteos.
Los pobladores también elaboran ricos panes de zanahoria, elote o nata, que comercializan a los conductores sobre la carretera, cuando disminuyen su velocidad en la zona de topes.
Casi en cada esquina del lugar, hay cremerías o casas donde venden tamales, esquites, “rusas”- micheladas pero sin alcohol- y jarritos de barro rellenos de un preparado con licor de caña de distintos sabores.
También hay un negocio conocido como “Chilolo” dedicado a la venta de grandes y ricos tacos de carnitas, costilla y cueritos, que cuestan sólo diez pesos cada uno. Otro famoso establecimiento es “Chepes”, donde se venden dobladas o quesadillas de distintos guisados, mismas que miden entre 30 y 40 centímetros.
Las personas que tienen por tradición cortar su pino navideño en el Bosque del Ciclo Verde, ubicado sobre la misma carretera pero en el municipio de Las Vigas de Ramírez, suelen pasar a comer a La Joya o abastecerse de panes y quesos.