Guadalupe Juárez
Puebla, Pue.- Hace 500 años el cuerpo de agua llenaba de temor a los habitantes de los barrios aledaños a los primeros cuadros de la ciudad y solían construir varias estructuras para poder hacer su vida cotidiana y cruzar de un lado a otro.
El puente de Ovando, que conecta el barrio de Analco con las calles principales del Centro Histórico de Puebla, separaba a los mestizos de la “traza española”. La construcción colonial, tiene historia.
En la 3 Oriente y bulevar 5 de Mayo se ubica el Puente, de las pocas estructuras que recuerdan que ahí debajo cruza un río, el de San Francisco, con la fuerza suficiente para tirar las casas que se construyeran a su paso.
Su nombre se debe a que se ubicó cerca de la casa del regidor Agustín Ovando, quien entregó ochocientos pesos para su edificación, además de los dos mil pesos que el gremio de los panaderos de la época donaron para construirlo.
La construcción del puente de Ovando fue autorizada el 11 de abril de 1769 por el virrey Marqués de Croix, aunque está envuelto de misterio y una leyenda que ha prevalecido de boca en boca en la historia de la ciudad.
En la época colonial, donde el apellido y el abolengo era más importante que nada, había una familia rica y poderosa en la ciudad: los Pérez Ovando. El matrimonio tenía dos hijos, una mujer y un hombre.
María del Rosario se llamaba la joven y al cumplir 16 años se enamoró de un hombre mestizo, lo que iba en contra de los planes de su padre que ya había pactado su casamiento con otro que cumplía –según lo que pensaban en esa época- con la misma posición social que ellos.
― Padre, estoy enamorada de él.
― ¡Antes muerto que verte pedir limosna!
El jefe de familia enfureció cuando su hija le confesó que quería casarse con otra persona. Ella lloró, pero su padre no cedió.
Un día sus padres se fueron de viaje, María del Rosario llevó a su enamorado a su casa y al estar en su recámara, su hermano los sorprendió juntos y sacó un arma, le apuntó a él y ella se interpuso entre los dos.
Su hermano disparó y la bala hirió la hirió a ella, quien se desplomó en el suelo. Su novio intentó defenderse, pero también fue asesinado.
El doble crimen quedó impune, porque dijo que había sido por defender el “honor” de su familia. Semanas después apareció muerto en un callejón.
El padre quedó desolado y cayó en el alcoholismo. Una vez, al filo de la medianoche, ebrio, cruzaba el puente de regreso a su casa y una mujer le pidió limosna, quiso ignorarla, hasta que escuchó la voz de su hija.
― Padre, ¿no me reconoces?
―No, no puedes ser tú.
El señor Pérez de Ovando intentó huir, pero había llovido y el río había crecido, cayó al agua y la corriente lo arrastró, falleció.
La leyenda de quienes habitan en la zona dice que si cruzas el puente a la medianoche, una mujer pedirá limosna, esa mujer sería María del Rosario, si le das una moneda puedes cruzar el Puente de Ovando.