Édgar Escamilla
Huauchinango, Pue.- Ubicada a la orilla de la laguna de Tenango, la casa de piedra de Tizoc pareciera congelada en el tiempo, lo mismo que aquel viejo álamo bajo el cual perdiera la vida su enamorada a manos de su propio hermano, quien pretendía matar al indio.
A 63 años de su estreno, el 23 de octubre de 1957, “Tizoc, amor indio”, sigue consagrada como una de las mejores películas de la época de oro del cine mexicano; laureada con el Oso de Oro en el VII Festival de Berlín y cinco Arieles.
Aquella casa de piedra construida por Tizoc, interpretado por Pedro Infante, se ha convertido en uno de los atractivos turísticos de la junta auxiliar de Tenango de las Flores, una de las localidades que conforman el municipio de Huauchinango.
Tenango es además un centro comercial de flores, plantas y pinos navideños al que habitualmente confluyen los productores de la Sierra Norte de Puebla; actividad que atrae a clientes de no solo de la región, sino de estados como Veracruz, Hidalgo, Estado y Ciudad de México.
En la reja de acero de la casa permanece un letrero que da cuenta de su origen en 1957. A escasos metros se encuentra el viejo álamo de la especie Platanus lindiana Mort et Gall, el cual, gracias a los cuidados de la población, alcanza ahora una altura superior a los 9 metros y un diámetro de 1.24 metros en su tronco.
De origen africano, se ha convertido en un símbolo histórico y orgullo de Huauchinango. Actualmente se encuentra protegido por un enrejado metálico, mientras una placa rememora las grabaciones realizadas en ese sitio por Ismael Rodríguez.
“Tizoc, amor indio”, fue protagonizada por María Félix y Pedro Infante, y narra la historia de amor del indio heredero de príncipes tacuates, en Oaxaca, asediado por sus rivales y quien se encomienda diariamente a su “virgencita”.
La historia muestra una fuerte devoción del indígena hacia la estatua de la virgen María, la cual coincidentemente era idéntica a María, una joven criolla de la que Tizoc termina perdidamente enamorado, hasta que ella es asesinada cuando intentaban escapar del ejército que los perseguía para tratar de rescatarla.
Al final de aquella escena, con su amada en brazos, Tizoc le retira la flecha que le arrebatara la vida a María para después clavarla en su corazón y morir junto a ella. “Sí, niña, y cuando mueren los enamorados el alma de ellos se meten en los tzenzontles para seguirle contando su cariño a tata Dios”.