Por Óscar Sánchez
Atlixco, Pue.-Bajo la filosofía náhuatl, Atlixco es el “Lugar del valle de agua”, pero hoy el municipio poblano conjuga aromas de sus flores, multicolores en fachadas de sus viviendas y monumentos históricos que al recorrerlos despiertan los cinco sentidos.
Con la vista del volcán Popocatépetl, ese que no deja de rugir, el Pueblo Mágico de Atlixco presume el mejor clima del mundo, pero también su gastronomía basada en su cecina y mole de panza en el mercado local y sus festividades como el tradicional Atlixcayotontli, una fiesta de costumbres y tradiciones que se realiza desde hace varias décadas.
A media hora de Puebla capital, “La ciudad de las flores” además es historia con su ex Convento del Carmen, la Iglesia de la Merced que data de 1680, la capilla de la Tercera Orden con su magnífico retablo y sus calles de colores chillantes.
El Palacio Municipal, construido en 1908 y una de las joyas del Pueblo Mágico, se mimetiza con el limpio y agradable parque central, lleno de variedades de flores, pero con un kiosko que ofrece bebidas de una cadena nacional.
El edificio remodelado a mediados del siglo XX para conmemorar el 50 aniversario de la Revolución Mexicana y reestrenado el 18 de Noviembre de 1960 por Adolfo López Mateos, entonces presidente de México, es solo un pedazo de la historia de esta región de México.
En su interior se encuentran bellos murales, los más recientes ejecutados por el joven maestro Juan Manuel Martínez Caltenco; el corredor de la parte alta con el tema Atlixco hacia el tercer milenio, Historia, Costumbres y Tradiciones; así como el plasmado en el cubo de la escalera, que representa a Xelhua y la epopeya de Atlixco, el del Huey Atlixcayotl en conmemoración al 50 aniversario de esta fiesta y el último realizado para celebrar el primer aniversario de Pueblo Mágico.
Las coloridas fachadas del primer cuadro de la ciudad, son un paseo que llena los sentidos para llegar a otra de las joyas de la ciudad: el ex convento del Carmen edificado en su primera etapa en 1605 y que se concluyó y consagró finalmente en 1627 con el terminó del claustro.
Es de estilo barroco que abarcó aproximadamente dos manzanas y su configuración arquitectónica comprendió, como todos los edificios de la orden de las carmelitas al uso de casa de profesos, claustro, huerta, dependencias, atrio y templo anexo.
Después de que los religiosos fueron retirados en 1853, desapareció su archivo y biblioteca. En 1867 sus bienes fueron vendidos y la iglesia fue despojada de todas las obras de arte que había reunido.
El atrio y diferentes espacios fueron alterados con construcciones hacia finales del siglo XIX, y ya para la década del 1960, fue demolida la parte posterior al ábside para construir un centro de salud actualmente.
Así el conjunto ha permanecido en la historia de Atlixco siendo ocupado para distintos fines: cuartel de caballería para las tropas federales, rastro, cárcel, escuela y oficinas del Palacio del Gobierno.
Actualmente alberga tres museos que tienen una colección única como el Museo de las Culturas del Valle de Atlixco, catalogado por el INAH como uno de los más completos de Puebla.
No menos importante es el arco de entrada al municipio, edificado en el siglo XVIII y que es el emblema de los lugareños.
Más allá de sus monumentos, sus tradiciones envuelven en un misticismo. Con decenas de danzantes tradicionales, el tradicional Atlixcayotontli, es su fiesta de costumbres y tradiciones más importante.
Danzantes de las tres regiones que convergen La Región del Valle, La Región de La Tierra Caliente y la Región de los Volcanes (también conocida como la región de la Sierra Nevada), se concentran en el pueblo mágico.
El colorido de los trajes y de las máscaras típicas que invaden las calles de Atlixco están acompañados por una serie de eventos que destacan la gran tradición, costumbre, cultura y gastronomía.
Fue hace un par de años cuando se rescató y presentó en el Huehue Atlixcayotl; se trata de un baile donde el Padrino lleva un guajolote a la cabeza y canta el Fandango Santalucero, feliz por el matrimonio que se celebrará.
Al casamiento se dirige a la congregación que hace dos filas de ambos sexos que se irán encontrando cara a cara. El Casamentero matrimonia a los animales y los participantes los imitan: gallos, zopilotes, buitres.
Cantan melodías chuscas a la suegra y otras que defienden a la nuera. Los hombres durante el rito de bodas llevan el pecho descubierto, luego invitan al público al banquete mientras bailan las piezas.