Por Guadalupe Juárez
Puebla, Pue.- Aquí, las paredes guardan historia, la de una nación que un 5 de Mayo defendió su soberanía entre los árboles frondosos y los muros donde el ejército de Oriente, los xochiapulcas y los zacapoaxtlas, comandados por el general Ignacio Zaragoza, enfrentaron a los franceses y les ganaron.
Esa mañana del 5 de mayo de 1962 las armas nacionales se cubrieron de gloria y con ellos, el sitio que les permitió defender a México. Hoy es un museo de sitio, en el que se exhiben objetos y obras de arte de los siglos XIX y XX, entre ellos talavera poblana y un narración interactiva aquella batalla.
En la parte más alta, un mirador donde se observan las cúpulas de las edificaciones coloniales del Centro Histórico, la Catedral y por la noche las luces de una ciudad que parecen luciérnagas iluminando el cielo negro.
Si se recorre el lugar, en la Calzada Ignacio Zaragoza, se encuentra el mausoleo en su honor, con una estatua de bronce en su caballo y sus restos custodiados por dos águilas de bronce.
“Las armas nacionales se han cubierto de gloria. Las tropas francesas se portaron con valor en el combate y su jefe con soberbia, necedad y torpeza”, dice la placa con las palabras del general dirigidas al presidente una vez que lograron que el ejército francés se retirara.
A un costado del monumento se ubica una de las dos estaciones del Teleférico que se puede abordar para subir al cerro. Al bajar de la otra estación, se estará cerca de varios museos, entre ellos el de la Evolución, donde se exhiben piezas arqueológicas, réplicas de esqueletos de dinosaurios y fósiles.
También se puede observar el Centro Expositor, donde se llevan a cabo exposiciones, exhibiciones, conferencias, entre otros eventos. Otro sitio de interés es el Planetario Puebla, cuyas pantallas te transportan al espacio exterior. Ahí, en ocasiones, se ofrecen talleres permanentes, juegos interactivos, relacionados con la ciencia y la tecnología para disfrutar en familia.
Los franceses, que reclamaban el pago de 80 millones de dólares como parte de la deuda externa del país, avanzaban desde el puerto de Veracruz a la capital mexicana desde hace tres meses, sin que nadie pudiera frenarlos.
Pero en Puebla, paso obligado hacia la Ciudad de México, los esperaban dos mil soldados mexicanos y dos mil 700 civiles que provenían de diferentes comunidades indígenas de la entidad, armados con machetes y piedras.
Machetes y piedras contra seis mil soldados franceses mejor entrenados y con tácticas militares con las cuales pretendieron un día conquistar el mundo.
Era el México del presidente Benito Juárez y la invasión extranjera se perpetraba con éxito hasta que se toparon por primera vez con el fracaso en la fortaleza militar levantada en el cerro de Loreto y Guadalupe, el sitio ideal desde el que observaban cómo avanzaba el ejército galo, entre la lluvia que cayó ese día y los mitos de que los soldados mexicanos brotaban de la tierra, en referencia a los túneles que se han hallado en la zona.
Desde esa fecha, cada año, se rememora el día que los mexicanos con desventaja numérica y táctica, le ganaron al ejército más poderoso del mundo, por lo que el lugar se ha convertido en un punto turístico imperdible en la Puebla de Zaragoza.
En Los Fuertes de Loreto y Guadalupe la historia de Puebla y el país reverbera en cada rincón.